La promesa de la canciller alemana llevaba meses empantanada. El gobierno de Olaf Scholz logró, el jueves 7 de abril, que los diputados votaran por la obligatoriedad de vacunarse contra el Covid-19 a partir de los 60 años. El proyecto obtuvo 296 votos a favor pero fue rechazado por 378 diputados. Nueve miembros de la cámara baja del parlamento alemán se abstuvieron.
El desaire es significativo para la sucesora de Angela Merkel, que se pronunció en otoño a favor de la vacunación obligatoria para todos los adultos, prometida para “finales de febrero o principios de marzo”. Pero el nuevo canciller socialdemócrata no logró involucrar a los tres partidos en su propia coalición de gobierno, que reúne a socialdemócratas, ecologistas y liberales, ni a la oposición conservadora.
La tasa de incidencia sigue siendo alta en Alemania
A pesar de un proyecto de ley parcialmente vaciado de contenido, con una obligación reservada solo para los mayores de 60 años, el gobierno no pudo unirse en torno a su propuesta de mayoría en el Bundestag. El tema es espinoso en una Alemania donde el movimiento antivacunas está fuertemente movilizado. Los liberales del FDP, en particular, han rechazado durante meses la idea de una vacunación obligatoria.
La canciller, criticada por su discreción y su falta de liderazgo, incluso provocó el sarcasmo el jueves al obligar a su jefa de la diplomacia, Annalena Baerbock, a abandonar una reunión de la OTAN en Bruselas sobre Ucrania para venir a participar en la votación, informaron varios medios.
La situación sanitaria sigue degradada en Alemania, que ha registrado más de 200.000 casos nuevos cada veinticuatro horas en los últimos días. La tasa de incidencia a siete días supera las 1.200 contaminaciones por SARS-CoV-2 por cada 100.000 habitantes. Alrededor del 76% de la población recibió dos dosis de la vacuna. Solo el 58,9% de los alemanes ha recibido una dosis de refuerzo contra el virus, según el Instituto Robert Koch.