“Creer que basta con definir la violación por falta de consentimiento para ponerle fin es ilusorio”


contraEsto es un error… ¡y un error sexista! – que definir la violación por falta de consentimiento. Algunos países han hecho esto porque antes su definición de violación se basaba únicamente en la violencia y esto es un progreso innegable, pero la legislación francesa no tiene este problema. Precisamente por la importancia que concedo a la lucha contra la violencia sexual, y sobre la base de los años de investigación que he dedicado a la violación y al consentimiento sexual, creo que la definición francesa de violación no debería modificarse y que la solución para una mejor lucha contra las violaciones sexuales está en otra parte.

No hay duda de que la noción de consentimiento es crucial para pensar en el buen sexo y que nuestra vida sexual sólo debe estar compuesta por relaciones consensuales. Sin embargo, varios trabajos feministas han demostrado que esta noción está atravesada por representaciones heterosexistas: pensamos que el consentimiento es asunto de las mujeres, quienes deben elegir si aceptar o rechazar las agresiones sexuales por parte de los hombres.

Pensamos, en resumen, que los hombres constantemente quieren sexo, que no pueden evitarlo y que corresponde a las mujeres –quienes suponemos que quieren amor más que sexo– detenerlos o dejarles hacerlo. El hombre propone, la mujer dispone. En este modelo, los hombres no pueden ser violados, las mujeres no pueden instigar el sexo y sólo el comportamiento de las mujeres –su negativa o acuerdo– distingue el sexo de la violación. En el mejor de los casos, para ellos, ceden. En el peor de los casos, lo impiden.

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Lejos de impedir que los hombres violen, estas representaciones los exculpan: se considera que para ellos sexo y violación no son tan diferentes, que es algo que le hacen a su pareja y que la opinión de la pareja -esto o aquello sólo cuenta como un posible obstáculo. Estamos dando crédito a una representación falsa y dañina de la sexualidad masculina.

Consecuencias prácticas claras

Contrariamente a la hipótesis que algunos acusados ​​defienden ante el tribunal, no hay ningún malentendido entre los hombres y sus víctimas, no es que no comprendan que el otro no lo quería. Los estudios de laboratorio muestran que hombres y mujeres ante los mismos escenarios de consentimiento y no consentimiento interpretan las situaciones de la misma manera, sin que los hombres dejen de comprender las negativas.

La violencia sexual no resulta de malentendidos o problemas para comunicar el consentimiento, sino del hecho de que los hombres creen que tienen o deberían tener el derecho de imponer las relaciones sexuales. Creyendo que basta con definir la violación por el no consentimiento para ponerle fin es ilusorio. La violación no es sexo sin consentimiento, es una violación infligida por un criminal a una víctima que tiene poco que ver con las “relaciones” sexuales: una actividad en la que participan y comparten las parejas.

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