La noticia de la salida de Altman tomó por sorpresa a los inversores que han gastado miles de millones de dólares financiando la investigación de OpenAI. Microsoft, un socio clave que ha prometido 13.000 millones de dólares en financiación y ha proporcionado vastos recursos de computación en la nube, encabezó una iniciativa, entre otros inversores, para restituir a Altman.
Altman fundó OpenAI en 2015 con Brockman, Elon Musk y un pequeño equipo de los mejores investigadores de IA. Su objetivo era crear una entidad de inteligencia artificial abierta y sin fines de lucro como contrapunto a empresas como Google, con fines de lucro. La organización trabajaría en el desarrollo de una IA sobrehumana con el objetivo de beneficiar a toda la humanidad en lugar de a unas pocas empresas tecnológicas poderosas y sus accionistas.
Altman y sus cofundadores crearon una corporación con fines de lucro bajo la supervisión de la organización sin fines de lucro original en 2019, cuando quedó claro que sería necesario recaudar fondos significativos para ir más allá en la IA. La nueva compañía se hizo cargo de la mayoría de las operaciones de OpenAI, pero la junta directiva de la organización sin fines de lucro original retuvo el poder final para determinar qué era apropiado para cumplir la misión declarada de «garantizar que se desarrolle una inteligencia artificial general segura y beneficie a toda la humanidad».
Con Altman al mando y miles de millones de Microsoft y otros inversores disponibles, OpenAI ha experimentado un aumento estratosférico desde la introducción de ChatGPT en noviembre de 2022. Este año, la compañía obtuvo 10 mil millones de dólares adicionales en financiación de Microsoft, y solo este mes. anunció una versión más poderosa de la IA detrás de ChatGPT, llamada GPT-4 Turbo.
La semana antes de ser expulsado, Altman organizó la primera conferencia de desarrolladores de la compañía, donde anunció una tienda de aplicaciones que permitiría a los desarrolladores personalizar (y monetizar) los agentes de IA creados sobre la pila tecnológica de OpenAI.
Las mayores repercusiones del notable ascenso de OpenAI desde que lanzó ChatGPT han sido una aceleración en el desarrollo de la IA por parte de competidores como Google y crecientes rumores de que la tecnología daña o incluso se vuelve contra la humanidad.
A muchos expertos en IA y a los gobiernos de países como Estados Unidos y el Reino Unido les preocupa que los algoritmos de IA cada vez más potentes puedan traer nuevos riesgos, incluidos ciberataques automatizados y campañas de desinformación. El mes pasado, el presidente Joe Biden dio a conocer una amplia orden ejecutiva diseñada para imponer nuevos controles a la IA.
Un pequeño pero expresivo número de expertos en IA también cree que a medida que la IA se vuelva más capaz, podría volverse rebelde, engañosa y capaz de intentar dañar activamente a los humanos.
En el momento de la fundación de OpenAI, la empresa era uno de los relativamente pocos desarrolladores de IA dispuestos a discutir públicamente tales escenarios. Su éxito ha hecho que los debates sobre la seguridad de la IA sean más comunes y acalorados, aparentemente incluso entre los miembros de su propia junta directiva.
Según se informa, algunos miembros de la junta directiva de la empresa vieron los instintos comerciales y de recaudación de fondos de Altman como una amenaza a su misión de garantizar que la IA se desarrolle de forma segura. Esto incluye buscar miles de millones en financiación para lanzar un esfuerzo de fabricación de chips que desafiaría el dominio de Nvidia, según una fuente que habló bajo condición de anonimato sobre las intenciones de Altman en los últimos meses.
ACTUALIZADO EL 20/11/2023, 3:36 ET: Actualizado para incluir el anuncio de que Sam Altman y Greg Brockman se unirán a Microsoft.
ACTUALIZADO EL 20/11/2023, 4:32 ET: Actualizado para conformar el nombramiento de Emmett Shear y para incluir su declaración.