Si bien las cuestiones medioambientales exigen la introducción de una mayor fiscalidad del sector aéreo, los profesionales del sector advierten sobre las consecuencias de tales medidas. Sobre el empleo en particular, ya que un estudio de impacto basado en la propuesta de ecotasa formulada durante la convención ciudadana puso de manifiesto el riesgo de una pérdida de 120.000 a 150.000 puestos de trabajo.
También debe recordarse que el tráfico aéreo mundial continúa expandiéndose rápidamente, lo que ilustra una fuerte demanda de los consumidores y el desarrollo del turismo. La introducción de un impuesto sobre los billetes de avión sería una opción política potencialmente delicada, ya que podría provocar un aumento de los precios de los billetes, que ya están sujetos a grandes variaciones en los precios de los combustibles. Un riesgo, mientras que la crisis de los chalecos amarillos se estructuró en parte en respuesta a los precios de los combustibles, mientras que el gobierno de la época quería un fortalecimiento del impuesto al carbono.
Finalmente, cabe recordar que en Francia, el sector aéreo es estratégico en términos de empleo. Además de los empleados de aeropuertos y empresas, están los que trabajan en aeronáutica, dentro de Airbus o Dassault, por ejemplo, así como con sus subcontratistas. Jugadores que temen un cambio en la fiscalidad y el impacto que podría tener en los negocios.
En resumen, por lo tanto, es justo señalar que el transporte aéreo se beneficia hoy en día de una fiscalidad ventajosa en comparación con otros sectores. Sin embargo, si esta situación parece difícil de conciliar con los objetivos medioambientales, es difícil reformar los textos vigentes, defendidos enérgicamente por representantes de empresas y fabricantes de aeronaves.