En la universidad, persistente discriminación a la hora de elegir un máster


Thomas Bernard, Mohamed Messaoudi, Rachida Saïdi y Valérie Leroy tienen una cosa en común: estos cuatro estudiantes ficticios se pusieron en contacto con los directores del máster por correo electrónico en febrero de 2022 para informarles de su intención de solicitar su formación. Los cuatro alumnos también tienen una diferencia: el sonido de su apellido, lo que en ocasiones implicará que finalmente no obtendrán respuesta a sus peticiones.

Estos hallazgos son elaborados por Yannick L’Horty, Sylvain Chareyron y Berlanda Desuza Fils-Aimé en una encuesta divulgada el jueves 9 de marzo, siguiendo el método «testing», sobre una muestra de 2.122 cursos de maestría ofrecidos por 84 universidades. Realizado por segundo año consecutivo por estos investigadores del Observatorio Nacional de Discriminación e Igualdad en la Educación Superior (Ondes), confirma la existencia de un sesgo de selección por parte de los docentes-investigadores encargados de reclutar estudiantes de maestría.

A una simple solicitud de información sobre los procedimientos de solicitud, Valérie Leroy es quien recibe más respuestas (68,9%), seguida de Thomas Bernard (68,2%). Con un 61,4 % y un 60,2 % de las respuestas recibidas, respectivamente, Mohamed Messaoudi y Rachida Saïdi obtienen una tasa de retorno mucho más baja.

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“La desviación media absoluta es de 7,7 puntos porcentuales, muy cercana a la obtenida durante la primera oleada de pruebas cuando fue de 8,6 puntos”, comenta el economista Yannick L’Horty, profesor-investigador de la Universidad Gustave-Eiffel. Esto supone un 11,2% menos de posibilidades de obtener respuesta para los dos candidatos al apellido de origen norteafricano.

“Hacer visible lo invisible”

Probada por primera vez este año, la hipótesis de una selección por género no se verifica sin embargo, no siendo significativa la diferencia entre las tasas de respuesta obtenidas por las dos mujeres y los dos hombres.

Los investigadores han demostrado que la discriminación según el origen es particularmente fuerte (15 % menos de posibilidades para Rachida Saïdi y Mohamed Massaoudi) en dos áreas principales: derecho/economía/gestión por un lado, y ciencia/tecnología/salud por el otro.

Los másteres discriminatorios resultan los más atractivos, con 12 candidatos a plaza (frente a 9 en los másteres no discriminatorios). Sus capacidades de acogida son menores (una media de 30 plazas frente a 38). Sobre todo, los cursos de formación que con mayor frecuencia ignoran las solicitudes de los dos estudiantes de origen norteafricano son los que ofrecen «mejores oportunidades de trabajo»describe Yannick L’Horty.

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