En los tribunales, la «fiesta ha terminado» para Laurent Bigorgne, acusado de drogar a una colaboradora


Laurent Bigorgne ha dimitido del Institut Montaigne, que dirigía, y de la educación nacional, donde fue profesor durante mucho tiempo. El que navegaba con soltura en los círculos del poder ya no tiene trabajo. Su «redes» una vez impresionante? “Este ambiente cortó muy rápido mis lazos y los amigos que me quedan se cuentan con los dedos de una mano”, dijo ante el Tribunal Penal de París que lo juzgó, el jueves 10 de noviembre, por haber drogado a Sophie Conrad, su excuñada y excolaboradora en el Institut Montaigne. Es más, todavía parece dudar un poco entre defenderse con esa brillantez de antaño que le hacía presentar proyectos de reforma a presidentes, jefes y ministros, y la necesidad de hacer un acto de contrición ante la corte.

De entrada, se disculpó así con la joven que, sentada a 2 metros de él en la corte de París, no le echa un vistazo. También reconoció de inmediato su adicción a la cocaína, que poco a poco lo llevó a todos los excesos. «Tomaba hasta 4 gramos al día, no para uso mundano, sino performativo»dijo, detallando su hiperactividad al frente de este think tank, brindando sus informes a todos los gobiernos.

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Laurent Bigorgne tiene más dificultades, sin embargo, para explicar por qué, el 22 de febrero, durante una cena a la que la había invitado a su casa, deslizó discretamente en la copa de champán de Sophie Conrad tres cristales de MDMA, esta droga a veces comparada con la “violación en una cita”. droga”, antes de que ella logre escapar de su casa. Aunque la fiscalía de París desestimó esta pista y ella le dijo a la policía esa noche que él no había hecho ningún gesto físico contra ella, para su víctima no hay duda: «Su intención era, ¡ay!, sexual y violarme», ella dijo a la corte.

«Construido sobre una mentira»

Durante meses la había estado bombardeando con mensajes de texto que el presidente de la corte leyó detenidamente, entremezclando proyectos sobre el futuro profesional de la joven con reiteradas e inoportunas preguntas sobre su celibato y su sexualidad. Ya en dos ocasiones, en citas anteriores, le ofreció cocaína, que ella rechazó. Sophie Conrad, sin embargo, arrasó con estas alertas: lo conoce desde que tenía 11 años. En ese momento, Laurent Bigorgne se había casado con su hermana, de quien se divorció hace más de veinte años. ella no quiere “relaciones ambiguas”resbaló un día, pero entendió, dijo, que “su droga es su trabajo, y la cocaína su herramienta para poder aguantar”.

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