Guerra en Ucrania: El estigma que aqueja a los oligarcas llega al mercado del arte


El dinero no tiene precio, especialmente en un mercado de arte opaco, donde las galerías y las casas de subastas rara vez anteponen la moralidad a los negocios. Amigo de la infancia y compañero de judo del presidente ruso Vladimir Putin, Boris Rotenberg es uno de los clientes sulfurosos. Después de ser sancionado por el gobierno de los EE. UU., en marzo de 2014, luego de la anexión de Crimea por parte de Rusia, el jefe de SMP Bank continuó lavando su dinero comprando arte con impunidad, a través de nominados y cuentas en el extranjero, según un informe del Senado de los EE. UU. de 2020 basado en los “Papeles de Panamá” revelados. De mayo a noviembre de 2014, Rotenberg y su hermano Arkadi adquirieron así obras por valor de 18 millones de dólares (16,1 millones de euros). Los hermanos incluso ganaron diez pinturas, con un valor de 6,8 millones de dólares, en una única venta de arte moderno en Sotheby’s.

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En su momento, la casa de subastas cuestionada por el Senado de Estados Unidos había jurado que allí no se repetiría. Hoy, el equipo de Patrick Drahi y sus competidores no podrán alegar ignorancia: Boris y Arkadi Rotenberg aparecen en la lista de oligarcas rusos objeto de sanciones internacionales desde la ofensiva militar liderada por el amo del Kremlin contra Ucrania. Sus activos, como los de otros superricos cercanos al régimen de Putin, han sido congelados.

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Al igual que los Rotenberg, muchos multimillonarios rusos han estado activos en el mercado del arte durante veinte años. Sus colecciones generalmente se almacenan fuera de Rusia, en los puertos francos suizos, estas cajas fuertes ultrasecretas y de alta seguridad donde duermen, ocultas a la vista y a las autoridades fiscales. Algunas piezas están colgadas en sus lujosas segundas residencias, especialmente en Londres, rebautizadas como «Moscow-on-Thames» o «Londongrad» por la densidad de las fortunas rusas.

«Es ‘negocios como siempre'»

En 2008, Roman Abramovich, que anunció la venta de su club de fútbol Chelsea, se ofreció así en rápida sucesión un tríptico de Francis Bacon por 86 millones de dólares y un cuadro de Lucian Freud por 33,6 millones. Con su exnovia Dasha Zhukova, que fundó el centro de arte Le Garage en Moscú, también compró unas cuarenta obras de los Kabakov, una pareja de artistas rusos de renombre mundial. A salvo por el momento de las sanciones, Abramovich está en la mira del parlamentario laborista Chris Bryant, quien, acusándolo de corrupción, solicitó a la Cámara de los Comunes la incautación de su propiedad.

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