La guerra en Ucrania obliga a los líderes prorrusos de Europa Central a contorsionarse


Como suele ocurrir en Hungría, el bochorno del poder se puede leer en el silencio de los medios ante su arranque. En la mañana del jueves 24 de febrero, al inicio de la ofensiva rusa en Ucrania, el sitio tardó varias horas. Origo, buque insignia del imperio mediático gubernamental, habla de ello en «uno». De hecho, la invasión rusa plantea un serio problema para la propaganda de Viktor Orban, el primer ministro nacionalista. Él, que se jacta desde hace años de sus buenos contactos con el presidente ruso, Vladimir Putin, no puede llegar a aprobar una invasión que recuerda a muchos húngaros el aplastamiento de la revolución en Budapest en 1956. Sobre todo a pocas semanas de las elecciones legislativas del próximo 3 de abril, que prometen estar cerca.

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El domingo 27 de febrero, el primer ministro salió en televisión para defender su estrecha línea de cresta, que resumió así: “Calma estratégica. » “Lo más importante es que Hungría se quede fuera de esta guerra”, dijo, ya que el país comparte una larga frontera con Ucrania, y decenas de miles de refugiados ya han huido a Budapest. Resultado: por un lado, Hungría ciertamente apoya todas las sanciones decididas a nivel europeo en los últimos días, elemento destacable cuando el señor Orban siguió criticando las decididas sobre Crimea, pero sin oponerse a ellas. Pero, por otro lado, no incurre en ninguna sanción bilateral y se niega a enviar armas a Ucrania, e incluso a permitir el paso por su territorio de las enviadas por otros países de la OTAN.

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Una posición contraria a la de sus aliados polacos, checos y eslovacos del grupo de Visegrad, quienes ellos mismos están masivamente comprometidos a apoyar la resistencia ucraniana. O incluso la del muy prorruso presidente checo, Milos Zeman, quien hizo saber que se sentía “engañado” por el señor Putin. Por esta razón, el principal oponente de Orban para las elecciones del 3 de abril, el proeuropeo y pro OTAN Peter Marki-Zay, lo llamó «esclavo mercenario» con motivo de una manifestación organizada frente a la sede del Banco Internacional de Inversiones de Rusia, que se instaló en Budapest en condiciones disputadas en 2019. El opositor exigió la salida de lo que calificó de «Banco de espionaje ruso» y la suspensión del proyecto de construcción de una central nuclear con el apoyo de Rosatom en Paks, en el sur del país.

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“Calma estratégica”

Pero por el momento, el gobierno húngaro se opone a cualquier sanción sobre cuestiones energéticas en nombre de la protección del consumidor húngaro. Una señal de que esta «calma estratégica» está lejos de ser clara, los eurodiputados de Fidesz, el partido del Sr. Orban, se encontraron votando el martes 1ejem marcha al Parlamento Europeo para una resolución sobre Ucrania que retome las propuestas de la oposición húngara, antes de tener que negar su propio voto en público… «El ambiente es muy peligroso para el señor Orban que se encuentra contradiciendo su propia política, pero no creo que lo sufra electoralmente mientras no rompa la unidad europea»sin embargo, señala Peter Kreko, director del grupo de expertos Capital político.

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