«La inflación nos pega muy fuerte»: en la central de Gravelines, la ira social contamina la industria nuclear


«No lo dejaremos ir hasta que tengamos nuestro aumento del 5% para 2022 y 2023». Los sindicalistas de la central nuclear de EDF en Gravelines (Norte), la mayor de Francia con 5.400 megavatios de electricidad (MWe) de capacidad de producción, saben que rara vez tendrán esa oportunidad de negociar un aumento de la remuneración ante la inflación. Frente a ciento veinte trabajadores reunidos a la entrada de la central, el viernes 14 de octubre, por el segundo día de paro, los representantes de FO y de la CGT explicaron a sus efectivos lo decisiva que sería la movilización de los próximos días. Será, cuando, antes de lo previsto, negociaciones salariales dentro de la empresa.

Empleados en huelga frente al área de recepción de la central nuclear, durante discusiones con la dirección de Fiducial, en Gravelines (Norte), 14 de octubre de 2022.

Movimientos similares se están produciendo en varias centrales nucleares, en particular las de Cruas (Ardèche), Belleville-sur-Loire (Cher), Bugey (Ain), Tricastin (Drôme) y Cattenom (Moselle), con reclamaciones equivalentes sobre compras. eléctrica, para completar las subidas del 3,6% previstas en dos años, en el marco de las negociaciones sectoriales de los sectores de electricidad y gas.

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“Se está extendiendo, se está moviendo a otros sitios”, promete, micrófono en mano, Samuel Norel, en representación de FO, hablando frente a los huelguistas. En las filas de los sindicalistas, principalmente FO y CGT, prevalece el sentimiento de que la correlación de fuerzas les es particularmente favorable. En primer lugar, porque EDF ya está luchando, de una forma sin precedentes, para satisfacer la demanda energética en Francia debido a la parada por mantenimiento de un gran número de reactores. Luego, porque la guerra en Ucrania ha convertido la cuestión energética en un tema extremadamente sensible para el gobierno, sobre todo desde que se inició el movimiento huelguístico en depósitos de combustible y refinerías, complicando el suministro de gasolina.

Una poderosa arma de negociación

Cualquier nueva reducción de la capacidad de producción de EDF es, por lo tanto, particularmente difícil de afrontar y muy costosa para la empresa y el gobierno. Los sindicalistas tienen una poderosa arma de negociación y pretenden utilizarla. “Ya ha habido una caída en la carga de producción en la unidad 1 [de Gravelines] durante veinticuatro horas»recibe a Nicolás Dessertenne, secretario de la CGT, entre aplausos de los huelguistas.

En lugar de producir 900 MWe, se bloqueó en 300 MWe. Una estrategia seguida en las otras plantas donde se han iniciado movimientos. La CGT estima que a escala nacional doce unidades vieron reducida su producción a causa de los paros. “En mantenimiento también vamos a multiplicar acciones para ralentizar las actividades”agrega el Sr. Dessertenne, con la idea de repartir la carga de las huelgas entre un máximo de empleados, para poder, si es necesario, aguantar más.

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