La resurrección de Gaston Lagaffe causa tormenta en el mundo del cómic


Por Frederic Potet

Publicado el 13/05/2022 a las 05:34 – Actualizado el 13/05/2022 a las 05:56

Y el señor De Mesmaeker, ¿qué opina de todo esto? No es necesario presentar a los lectores Gaston Lagaffe este enojado hombre de negocios, víctima de los repetidos errores del oficinista. Su imposibilidad de firmar grandes contratos en las instalaciones del diario Spirou compone un gag recurrente e indestructible. Si estuviera dotado de vida, ¿qué pensaría, eso sí, de la polémica que está desgarrando el cómic franco-belga: el renacimiento de Gaston, veinticinco años después de la muerte de su creador, André Franquin? De contrato, es eminentemente cuestión, en efecto, en este negocio de una animosidad rara. Destacan allí los cargos por plagio y violación de los derechos morales.

Lea también: BD: el regreso de Gaston Lagaffe ya en los tribunales

Llevado ante la justicia por Isabelle Franquin, la hija del diseñador, la disputa debe ser juzgada en juicio sumario, el lunes 16 de mayo. Un tribunal de Bruselas debe decidir sobre la prepublicación, en Spirou, nuevos gags de Gaston. La operación había sido interrumpida por la editorial Dupuis (dueña de la revista) tras la polémica suscitada por el reparto de un tablero hace un mes. Otro procedimiento, de fondo, decidirá este verano sobre la edición de un álbum de 44 páginas firmado por el comprador «fijado» de Gaston, el canadiense Marc Delafontaine, alias Delaf. Desde el anuncio del proyecto el 17 de marzo, una tormenta sin precedentes ha estado soplando sobre el 9y arte, a la par del culto dedicado a Franquin y su personaje favorito.

Gastón Lagaffe, de Franquin.

Al igual que Tintín, Lagaffe siempre ha tenido la reputación de ser imposible de recuperar. En primer lugar por el estilo de Franquin, su inimitable expresividad y dinamismo. Luego con respecto a la íntima relación que le unía a este doble de papel, implacable pacifista y verde adelantado a su tiempo. El hecho es, también, que Franquin nunca imaginó que Gaston lo sobreviviera. «Me gustaría mucho, si mañana me atropella un autobús, que no volvamos a llevar a Gastón»confió, en 1986, al fanzine de Lieja revista sacysson, antes de precisar, premonitorio: “Los últimos deseos son muy bonitos, pero una vez que un tipo muere, se acabó, a quién le importa. »

Aunque reiteró varias veces su negativa, Franquin nunca lo hizo de manera categórica, ni siquiera a medias, sugiriendo nombres de diseñadores que podrían asumir el reto, si por casualidad se le diera una serie de gags a su serie. Destacada por Dupuis, esta ambivalencia es eliminada por Isabelle Franquin: “Mi padre no quería que Gastón existiera después de él. Estaba implícito. Ni mis hijos ni yo recordamos haberle oído decir lo contrario. Si hubiéramos sabido que las cosas iban a salir así, lo hubiésemos amenazado con un revólver para que lo escribiera en blanco y negro.confía el beneficiario, en las oficinas de SA Franquin, encargada de proteger el trabajo paterno.

Te queda el 76,34% de este artículo por leer. Lo siguiente es solo para suscriptores.



Source link-5