¿Alguna vez, cuando eras niño, construiste un set de LEGO y cometiste un error desde el principio, lo descubriste más tarde y tuviste que deshacer todo tu trabajo hasta encontrar el error? Imagina que el error le costó la vida a alguien y tú realmente necesitabas esa vida para terminar el proyecto. Eso es lo aterrador de la trampa de las 10 pintas: darse cuenta de que hasta ese momento todo se ha hecho mal, basándose en un error fundamental. Las trampas colocadas para cinco jugadores en el camino solo parecían ser trampas de desgaste; aunque podían jugarse de esa manera, también podían resolverse si todos cooperaban. Sin embargo, como supuso Jigsaw, todos los involucrados eran demasiado egoístas para considerar la posibilidad.
Entonces, para la trampa final, se deben extraer 10 pintas de sangre con una hoja de sierra (natch) para llenar un vaso y evitar que algunas bombas detonen, y si los cinco jugadores hubieran sobrevivido, cada uno podría dar dos con relativa facilidad. Desafortunadamente, sólo quedaban dos, lo que significaba que cada uno tendría que donar la mitad de la sangre de su cuerpo. El ser humano adulto promedio contiene entre 10 y 12 pintas; perder más de la mitad suele ser fatal.
Aún así, incluso con buenas razones para odiarse mutuamente: Mallick (Greg Bryk) prendió fuego a un edificio que se creía abandonado, matando sin querer a ocho personas, y Brit (Julie Benz) lo contrató indirectamente, los dos finalmente unieron sus recursos.
Y fluidos corporales.