Las promesas de Vladimir Putin de facilitar la exportación de trigo ucraniano a África


No hubo acuerdo, estrictamente hablando, entre rusos y africanos. Pero, como mínimo, el presidente senegalés trajo muchas promesas de su reunión con Vladimir Putin. Macky Sall, presidente en ejercicio de la Unión Africana (UA), acudió el viernes 3 de junio a Sochi, balneario a orillas de un Mar Negro en parte sometido al bloqueo beligerante de la Armada rusa, para pedir a Vladimir Poutine “dar cuenta de que los países [africains] son víctimas de esta crisis económica”.

A cien días del inicio de la guerra contra Ucrania, tras una reunión de tres horas con el líder ruso, Macky Sall, acompañado del presidente de la comisión de la UA, el chadiano Moussa Faki Mahamat, se ha ido oficialmente “tranquilo y muy contento con los intercambios”. Encontró al presidente ruso. “comprometidos y conscientes de que la crisis y las sanciones crean serios problemas para las economías débiles, como las africanas”. » Las sanciones « son las aplicadas contra el agresor ruso por la Unión Europea y Estados Unidos -esencialmente- y cuya oportunidad divide a los 55 países miembros de la Unión Africana.

La mayoría de ellos, sin embargo, soportan la peor parte de las consecuencias de esta lejana guerra. Y hay urgencia. Entre 2018 y 2020, el continente africano importó casi la mitad de su consumo de trigo de Rusia y Ucrania. Según cifras del Banco Africano de Desarrollo, los precios de este cereal han subido alrededor de un 45% desde principios de año.

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A este incremento ligado a la interrupción del suministro por el conflicto se suma, como efecto colateral de la guerra, el repunte del precio de la energía. Incrementa los costos de transporte de cualquier bien importado. El colmo de la desgracia para los países del Sahel y el Cuerno de África, los azota una sequía sin precedentes desde hace veinte años, que adelgaza hasta la muerte el ganado y reduce a la nada las cosechas en determinadas regiones.

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«Huracán de hambruna»

A mediados de marzo, apenas tres semanas después del inicio de la ofensiva rusa, el secretario general de Naciones Unidas, Antonio Guterres, dio la voz de alarma. Dijo que temía un «huracán de hambruna» en los países más vulnerables, en su mayoría ubicados en África. Entonces temió “el colapso del sistema alimentario mundial”.

Desde entonces, la situación apenas ha mejorado. El 21 de mayo, en Ginebra, Jens Larkey, portavoz de la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de las Naciones Unidas (OCHA), estimó que 7,7 millones de niños menores de 5 años estaban en riesgo de sufrir desnutrición en el Sahel. En total, en esta vasta región subsahariana que se extiende de oeste a este, desde Senegal hasta Somalia, unos 18 millones de personas se encuentran en un estado de inseguridad alimentaria aguda. Sin embargo, según el director general de la Organización Mundial del Comercio (OMC), Ngozi Okonjo-Iweala, alrededor de 25 millones de toneladas de cereales ucranianos están almacenadas y bloqueadas. En junio se podrían cosechar otros 25 millones de toneladas.

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