Muere Richard Serra, escultor estadounidense maestro del acero, a los 85 años


Sus gigantescas placas de acero conquistaron tanto a la crítica como al público. Richard Serra, uno de los más grandes escultores vivos, falleció el martes 26 de marzo en su casa de Orient, Nueva York. El artista visual estadounidense tenía 85 años. Según su abogado, John Silberman, citado por el New York Times, su muerte se debió a una neumonía.

Desde los grandes museos estadounidenses hasta el desierto de Qatar, Richard Serra ha creado obras masivas y redondeadas, pero de apariencia minimalista, que impulsan la reflexión sobre el espacio y el medio ambiente.

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Los parisinos recuerdan la Monumenta que le fue dedicada en el Grand Palais en 2008, cuyo gran techo de cristal muestra el exceso de sus obras. Los años 2000 fueron también los de consagración para el artista, que se vio coronado por una retrospectiva organizada en el MoMA de Nueva York en 2007 y por una instalación permanente en el Museo Guggenheim de Bilbao (España), desde 2005.

Una fascinación por Brancusi

Richard Serra nació en 1938 en San Francisco (California) de padre de origen español, soldador en el astillero de la ciudad, y madre de origen judío procedente de Odessa, Ucrania. Cuando era adolescente, trabajó en una acería durante el verano y se reveló a través de su talento para el dibujo.

Tras estudiar en la Escuela de Artes de la Universidad de Yale, en Connecticut, pasó dos años en Europa, donde su fascinación por Brancusi y su estudio parisino le hicieron pasarse a la escultura en los años sesenta.

A finales de esta década, publicó un manifiesto y luego reveló una obra fundacional, Uno de tus accesorios (Castillo de naipes), Cuatro placas de plomo de 122 x 122 cm, mantenidas en equilibrio por su propio peso, como un castillo de naipes. Luego pasó a grandes planchas de acero de color marrón anaranjado, como oxidadas, expuestas en Nueva York, Washington, Bilbao e incluso París.

En 2014 plantó torres oscuras en la arena de Qatar, tan lejos que se necesita un 4×4 y un buen mapa para llegar hasta allí, a 70 km de la capital, Doha. “Cuando ves mis piezas no recuerdas ningún objeto. Recordamos una experiencia, un pasaje”dijo en 2004.

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