Muere Russell Banks, el novelista estadounidense


Miembro de la Academia Americana de las Artes y las Letras, profesor de larga duración de escritura creativa en Princeton (Nueva Jersey) junto a su colega Joyce Carol Oates, la novelista, cuentista y poeta estadounidense Russell Banks, autora en particular de hermosos mañanas y D’Aflicción (Actes Sud, como casi todos sus libros, 1999 y 1998), falleció en Nueva York el sábado 7 de enero, anunció su editor Dan Halpern, a la agencia Associated Press. Tenía 82 años.

Elegancia, compromiso, empatía. Estas tres «E» se aplicaron maravillosamente a Russell Banks, quien, en casi medio siglo de escritura, había construido una de las obras más progresistas e inconformistas de la literatura estadounidense contemporánea. Muy activo políticamente, sin dudar en criticar abiertamente a su gobierno – en particular se había posicionado en contra de la intervención americana en Irak y en contra de la acto Patriota –, Banks también había presidido, de 1998 a 2004, el Parlamento Internacional de Escritores creado por Salman Rushdie y fundado la organización Cities of Refuge North America, una red de lugares de asilo para escritores exiliados o amenazados.

Nacido el 28 de marzo de 1940 en Newton (Massachusetts), Banks no tenía 12 años cuando su padre, fontanero, abandonó el hogar familiar. La privación y el abandono lo marcaron para siempre, prefigurando los dos temas recurrentes, casi inquietantes, que enmarcan su obra, la vida del humilde, por un lado, y la búsqueda de la figura paterna, por el otro.

reunión de revelación

Es un padre sustituto quien, además, decidirá su destino. Estamos a principios de la década de 1960. Tras una infancia en New Hampshire y unos estudios inconclusos en la Universidad de Carolina del Norte, el joven Banks, que se describe a sí mismo como enfadado y autodestructivo, decide conocer el país. Viaja y contrae el virus de otros lugares. Del Caribe a Gorée, de Curaçao a los Everglades, de Katmandú a las Adirondacks, se convertiría más tarde en uno de los mejores escritores de viajes de su generación, en constante búsqueda de lo que él llamó el “renacimientos eróticos, narcóticos o sibaríticos”.

POSEE A los 18 años, mientras también se ganaba la vida como plomero, descubrió la lectura en una biblioteca de Miami. Walt Whitman, Faulkner, Hemingway lo cautivan hasta tal punto que comienza a escribir. Tenía 22 años cuando reparó en un anuncio clasificado que exaltaba los méritos de un taller de escritura en las profundidades de Vermont. ¿En qué consiste esta especie de “taller”? Realmente no lo sabe, pero decide enviar, por si acaso, el manuscrito de una novela que acaba de terminar.

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