La idea de objetos embrujados/artefactos malditos no es nueva en el género de terror; se ha utilizado en varias películas en diferentes capacidades. «Oculus» presenta el espejo como la única fuente de terror. No había muñecas malditas al estilo de Anabelle en la película de Flanagan, ni ningún tipo de tradición escalofriante que justifique la capacidad del espejo para hacer lo que hace. El espejo simplemente existe, provocando alucinaciones en las personas que interactúan con él, y esta es una de las muchas razones por las que «Oculus» funciona bien como película de terror.
En una entrevista sobre el éxito de la película justo después de su estreno en TIFF, Flanagan explicó que era «increíblemente difícil presentar una película sobre un espejo». La reacción estándar a la premisa de la película fue la total incredulidad de que un objeto cotidiano como un espejo pudiera dar miedo, y Flanagan explica por qué «Oculus» funciona dentro de este marco:
«No hay nada intrínsecamente aterrador en un espejo en sí mismo, pero lo que haría que la película aterrara era lo que les sucede a las personas que interactúan con él y cómo experimentan la realidad».
En «Oculus», el espejo altera el comportamiento de los personajes, llevándolos a cometer actos atroces de los que no recuerdan nada. Alan (Rory Cochrane) es seducido por una presencia fantasmal, mientras que su esposa Marie (Katee Sackhoff) es perseguida por visiones de su cuerpo en descomposición. Las cosas salen terriblemente mal cuando Tim, de 12 años, se ve obligado a dispararle a su propio padre después de que este último lo ataca mientras está bajo el control de las fuerzas oscuras del espejo. Tim, psicológicamente dañado, y su hermana, Kaylie (Karen Gillan), regresan a su hogar años después, y el espejo golpea de nuevo. Por lo tanto, el verdadero horror del espejo maldito radica en el hecho de que puede manipular las realidades de las personas y aumentar su paranoia de formas que no se pueden superar.