Revisión de Chuck Chuck Baby: un tierno romance ancla este cuento británico


A pesar de algunos temas poco elaborados y la extraña explicación excesiva, «Chuck Chuck Baby» explora maravillosamente lo que significa ser queer en un pueblo pequeño. «No puedo respirar aquí», le dice Joanne a Helen en un momento revelador. Es una línea bellamente escrita que habla profundamente de los problemas que enfrentan las personas queer al crecer, y cómo la homofobia persiste y se acumula en la mente durante días, meses e incluso años después de que se han dicho las palabras. Regresar a su ciudad natal es increíblemente difícil para Joanne, cuya educación nunca le permitió abrazar quién era, ocultando sus verdaderos sentimientos por Helen. Solo 20 años después, Joanne finalmente puede contarle a Helen sus sentimientos, después de haber podido hablar sobre su sexualidad lejos de los adornos de su ciudad natal. El impacto de la homofobia pueblerina claramente también ha impactado a Helen, quien ha vivido una vida que no es gran cosa, ya que se siente más cómoda en las sombras; no puedes lastimar lo que no puedes ver, que parece ser el mantra con el que, sin saberlo, se ha cargado a sí misma.

Ver a Helen abrazar sus verdaderos sentimientos y abrirse paso lenta pero seguramente hacia sí misma es donde «Chuck Chuck Baby» es mejor. Louise Brealey ofrece una actuación fabulosa, negándose a sucumbir a las exhibiciones llamativas, prefiriendo en cambio una revolución gradual que se siente sólida y creíble. Su química con Annabel Scholey es potente, y su floreciente relación es encantadora: estos personajes han esperado décadas para que esta relación se haga realidad, y puedes sentir la emoción y la inquietud en cada momento.

Esta es, en última instancia, una película sobre la calidez y el poder de las relaciones femeninas. Ya sea entre Gwen y Helen, Helen y sus compañeros de trabajo, o el romance de Helen y Joanne, estas conexiones son cálidas y tiernas, particularmente en contraste con la gélida relación entre Helen y su ex Gary. La forma en que estas mujeres se apoyan y animan mutuamente, ya sea a través de una mirada tierna y cómplice o de un estallido de gritos, se captura hábilmente.

Aunque «Chuck Chuck Baby» sigue ritmos de trama familiares y ofrece poca sorpresa, es una hazaña convertir un territorio cinematográfico británico tan familiar en algo prominentemente LGBT+. Su comprensión innata de lo queer y los lazos femeninos permite que la relación lésbica nunca se sienta como un escaparate. Es una película sobre cómo no tenemos que aceptar las cartas que nos reparten; nunca es demasiado tarde para querer más de la vida y de vivir.

/Calificación de la película: 6 sobre 10



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