Sam Altman regresa a la junta directiva de OpenAI y concluye una montaña rusa de gestión de cuatro meses


El director ejecutivo de OpenAI, Sam Altman, destituido hace cuatro meses de la empresa que cofundó, ahora ha recuperado totalmente el control. El viernes se anunció su regreso a su junta directiva como parte de un equipo de supervisión remodelado.

Altman fue despedido en noviembre como director ejecutivo y director por la junta directiva de OpenAI, un hecho impactante para un hombre ampliamente percibido como el líder de la IA en Silicon Valley. Luego trabajó brevemente para Microsoft, que tenía una asociación de 13 mil millones de dólares con OpenAI.

Luego, semanas después de su despido, OpenAI volvió a contratar a Altman como director ejecutivo. La compañía despidió a los directores responsables del despido de Altman y agregó al economista Larry Summers y al codirector ejecutivo de Salesforce, Bret Taylor, como presidente. Mantuvieron al director ejecutivo de Quora, Adam D’Angelo, como el único miembro restante de la junta de la era anterior de Altman.

El viernes, OpenAI anunció el nombramiento de cuatro nuevos directores: Altman, la ex directora ejecutiva de la Fundación Gates, Sue Desmond-Hellman, la ex consejera general de Sony Nicole Seligman y el director ejecutivo de Instacart, Fidji Simo.

«Estoy emocionado de darle la bienvenida a Sue, Nicole y Fidji a la junta directiva de OpenAI», dijo Taylor en un comunicado. «Su experiencia y liderazgo permitirán a la Junta supervisar el crecimiento de OpenAI y garantizar que persigamos la misión de OpenAI de garantizar que la inteligencia artificial general beneficie a toda la humanidad».

OpenAI también anunció la finalización de una investigación independiente sobre las circunstancias que rodearon el despido de Altman. Concluyó que Altman fue despedido no por preocupación por la seguridad relacionada con la inteligencia artificial. En cambio, los miembros de la junta creyeron que despedir a Altman solucionaría los problemas de gestión.

Ese argumento colapsó cuando cientos de empleados amenazaron con renunciar y exigieron el regreso de Altman.

El bufete de abogados que llevó a cabo la investigación concluyó que si bien la junta tenía derecho a despedir a Altman, su comportamiento no lo justificaba. Tampoco se le dio oportunidad de defenderse o corregir cualquier comportamiento errado, concluyó la investigación.

En un gesto para salvar las apariencias, la nueva junta adoptará ahora un nuevo conjunto de directrices para administrar la empresa, fortalecerá su política de conflicto de intereses, creará una línea directa de denuncia de irregularidades para informantes anónimos y desarrollará nuevos comités para que la junta supervise la la estrategia de la empresa.



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