Tras la muerte de Isabel II, el futuro incierto de la Commonwealth


Rostros serios, vestuario oscuro, paredes cargadas de historia y un protocolo enigmático. El sábado 10 de septiembre, Carlos III fue proclamado rey en el palacio medieval de Saint-James, en el corazón de Londres, antes de continuar las audiencias con la Primera Ministra, Liz Truss, y los líderes de los partidos políticos. El día siguiente se dedicó a otro día de maratón. Al lugar Para acompañar el ataúd de su madre al Castillo de Balmoral en Edimburgo (Escocia), el nuevo monarca británico se encerró en el Palacio de Buckingham para dedicarse a los asuntos de la Commonwealth. En el salón 1844, la sala más solemne del enorme palacio, reservada para invitados ilustres, se sucedía la secretaria general de la organización, Patricia Scotland, originaria de Dominica, isla caribeña emancipada del Imperio Británico en 1978. Luego el altos comisionados -especie de embajadores dentro de la Commonwealth- de los catorce países (además del Reino Unido de un total de cincuenta y seis) que aún reconocen al rey como jefe de Estado.

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La importancia de estas pocas horas liberadas en un programa cronometrado no ha escapado a los expertos y diplomáticos: la Commonwealth of Nations, esta «familia de naciones» como le gustaba llamarlo a Isabel II, quien estaba al frente del mismo, necesita atención. La organización –un legado directo pero muchas veces transformado del Imperio Británico– se pregunta por su futuro. ¿Qué cemento mantendrá unidos estos Estados donde viven 2.500 millones de seres humanos tras la desaparición de la reina que había trabajado toda su vida por su unidad? Al convertirse en república en noviembre de 2021, Barbados revitalizó los movimientos antimonárquicos, particularmente en el Caribe, pero también en Australia y Canadá. Y hay muchos detrás de escena que cuestionan la utilidad de esta estructura y su propósito.

Para Carlos, cabeza a su vez de esta “familia de naciones”, la tarea parece delicada. No es que su función -especialmente ceremonial- sea hereditaria (cualquier líder de un país miembro podría, en teoría, reemplazarlo), sino porque fue elegido después de que su madre expresara la «deseo sincero» que lo sucede, en una reunión de la organización, en 2018. La Commonwealth era central a los ojos de Isabel II. Dedicó una gran cantidad de tiempo a ello, asistiendo a casi todas las cumbres, realizando más de doscientos viajes oficiales a los países miembros, incluidos dieciséis a Australia (independiente desde 1901), seis a Jamaica (independiente desde 1962), tres a India ( independiente desde 1947) y veintidós años en Canadá, por quien había desarrollado un cariño especial y a quien apodaba «mi otro país». Prueba de este anexo son montadosmiembros de la Policía Montada de Canadá, que tendrán el honor de conducir el ataúd de la Reina cuando salga de la Abadía de Westminster, después del funeral, el lunes 19 de septiembre

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