Donald Trump lidera el campo de candidatos presidenciales republicanos por un amplio margen. Y esto a pesar de cuatro cargos. ¿Cómo es esto posible en una democracia? Los conservadores padecen un culto al liderazgo, dice la historiadora Ruth Ben-Ghiat.
Donald Trump se presenta a sí mismo como un salvador y una víctima al mismo tiempo.
Antes del ascenso de Donald Trump, la historiadora Ruth Ben-Ghiat se centró principalmente en Benito Mussolini y el fascismo italiano. Pero entonces Trump dijo en enero de 2016 esta frase: «Podría pararme en medio de la Quinta Avenida y dispararle a alguien y no perdería ningún votante, ¿vale? Es increíble.» Sonaron las alarmas para Ben-Ghiat. Ella reconoció patrones en su comportamiento que son típicos de líderes autoritarios, desde Mussolini hasta Augusto Pinochet y Vladimir Putin. Poco antes de que una turba instigada por Trump irrumpiera en el Capitolio de Washington el 6 de enero de 2021, el profesor de la Universidad de Nueva York publicó el libro “Hombres fuertes: de Mussolini al presente”. En él escribió: “Nunca se debe subestimar la tenacidad y la voluntad de un autócrata de hacer lo que sea necesario para mantenerse en el poder”. Trump opuso mucha resistencia, pero luego abandonó la Casa Blanca. Sin embargo, según las encuestas actuales, tiene buenas posibilidades de ganar las elecciones presidenciales del próximo año.