William Klein, un fotógrafo estadounidense cuyo innovador estilo de retrato influyó fuertemente en la moda y la fotografía callejera en la segunda mitad del siglo XX, murió a los 96 años.
Klein murió el sábado en París, dijo su hijo, Pierre Klein, en un comunicado el lunes.
Nacido en la ciudad de Nueva York en 1926 de padres judíos húngaros, Klein creció en Manhattan y estudió sociología en el City College de Nueva York. Después de servir en Europa con el ejército de los EE. UU. durante la Segunda Guerra Mundial, se mudó a París para estudiar pintura bajo el GI Bill.
Klein conoció y se casó con Jeanne Florin, modelo y pintora, poco después de su llegada a París. La pareja vivió junta en Francia hasta su muerte en 2005.
Klein, que estudió brevemente con los pintores franceses Andre Lhote y Fernand Leger, realizó su primera exposición individual de pintura en Bruselas en 1951 y otra en Milán un año después. En 1954, volvió su atención a la fotografía después de conocer a Alexander Liberman, el director artístico de Vogue, y comenzó una colaboración de 10 años con la revista.
Durante el mismo período, creó un diario fotográfico innovador de su Nueva York natal, titulado «La vida es buena y buena para ti en Nueva York». El libro presentaba el uso poco convencional de Klein de los ángulos amplios, los contrastes en la composición y los encuadres inusuales, que llegaron a definir el género todavía incipiente de la fotografía callejera.
El libro se publicó en París, Londres y Roma en 1956 y ganó el Premio Nadar al año siguiente. Publicó otros diarios fotográficos de otras ciudades, Roma en 1959, Moscú y Tokio en 1964 y París en 2002.
También fue un destacado cineasta, produjo varios documentales y largometrajes a lo largo de su carrera, abordando temas como la industria de la moda, la guerra en Vietnam y el famoso boxeador Muhammed Ali.
Klein se aventuró por primera vez en el cine en 1956, cuando el director italiano Federico Fellini, impresionado por las imágenes crudas de Klein de la vida callejera de la ciudad de Nueva York, le pidió que trabajara en su película de 1957 «Noches de Cabiria», sobre una prostituta en Roma.