Durante meses, Rusia ha estado aterrorizando a las ciudades ucranianas con drones de Irán. Los documentos revelan ahora un proyecto secreto en el que Moscú se hace cargo de la producción de esta arma, utilizando prácticas y electrónica cuestionables de Occidente.
Debido al fuerte ruido de su motor de hélice, los ucranianos los llaman «ciclomotores voladores»: los drones iraníes Shahed 136, con los que Rusia ha disparado contra cientos de objetivos en Ucrania desde el verano pasado. Su despectivo nombre no puede ocultar que los vehículos aéreos no tripulados con su ojiva de 50 kilogramos son un arma tan temida como eficaz.