Argentina ingresó a la final de la Copa del Mundo con una victoria de 3-0: el dúo Messi/Álvarez se destacó


Croacia juega bien durante media hora. Pero luego, los abandonos a la defensiva inician la caída. Lionel Messi marca el primer gol de penalti, prepara magistralmente el tercer gol.

Lionel Messi (izquierda) y Julián Álvarez son los más destacados en la victoria de Argentina en semifinales.

Martín Meissner / AP

Surgió de la nada, ese momento que hizo estallar a la multitud alrededor del estadio de Lusail: en el minuto 69, cuando Lionel Messi estaba en la banda derecha cuando regateó a Josko Gvardiol e hizo algo con él, solo le vino a la mente. Puede que el defensa del Leipzig sea uno de los centrales destacados de este Mundial, pero es probable que el vértigo que le estaba dando Messi en ese momento dure un tiempo. El pase de Messi llegó a Julián Álvarez con una precisión milimétrica, y él no tuvo problemas para ejecutarlo: preciso, potente, un final que merece tal preparación.

Livakovic, el especialista en penaltis, se quedó sin defensa ante el penalti masivo de Messi

Fue el triunfo de Argentina por 3-0 sobre Croacia y lo que decidió ese partido, esa semifinal a la que los croatas llegaron con tantas esperanzas, pero que terminó mostrándolos sin chance real. No fue solo el momento de Messi, tampoco fueron solo los dos goles de Álvarez. Más bien, fue una actuación tan compacta y concentrada de los argentinos que apenas reveló debilidades.

Durante una buena media hora dejaron que los croatas dominaran el centro del campo, el centro que es considerado el mejor del mundo, al menos en Croacia. Con un Luka Modrić que apretaba el paso, que le daba ritmo al partido. Pero una cosa falta en casi todas las fases del juego croata: la determinación que hace posible un gol en primer lugar. Los croatas tuvieron muy pocas ocasiones, apenas se metieron en una posición prometedora para rematar. En su mayoría quedaron atrapados en la defensiva argentina.

Por supuesto, no se debió a la incompetencia de los croatas. Pero en una actuación defensiva sencillamente brillante de los argentinos. No hay mejor forma de defender en equipo que la que hicieron aquella tarde, la distribución fue correcta en todo momento, las distancias entre los jugadores, más el compromiso, que siempre se caracteriza por una dureza nada malsana.

Argentina también demostró lo arriesgado que puede ser perder el balón, incluso en lo profundo del campo contrario. Los croatas se dieron cuenta en el minuto 34 cuando Álvarez se abrió paso a una velocidad de vértigo y remató de cabeza al portero Dominik Livakovic. La única forma en que pudo ayudarse a sí mismo fue con una falta: una tarjeta amarilla y un penalti. Messi cobró el penal y con mucha concentración metió el balón por debajo del larguero. Livakovic, el especialista en penaltis, había adivinado el córner. Pero no tenía ninguna posibilidad de defensa.

Álvarez fue un prototipo de la mentalidad de la selección argentina

No fueron solo los momentos de Lionel Messi los que dieron forma a este partido. Otro hombre que mide solo unos centímetros más que Messi también ha llamado la atención: el delantero del Manchester City Álvarez, de solo 22 años. El muchacho es puro mercurio, rápido, asertivo, con un acabado que casi tiene la calidad de su compañero de equipo Erling Haaland. Cuando estaba el 2-0, completó un solo en el seguimiento, no perdió un balón.

Así que esa noche fue un prototipo de la mentalidad de la selección argentina. Ella es implacable, incluso cuando se trata de eficiencia. No importa con quién se enfrente en la final del domingo, si es Marruecos o Francia, la campeona defensora: no necesitan sentirse como favoritas.



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