Las compañías de petróleo y gas utilizan regularmente la quema (es decir, la quema de metano no deseado) para limitar la cantidad de gas natural que se escapa a la atmósfera, pero la práctica podría no ser tan amable con el planeta como se pensaba anteriormente. Científicos de la Universidad de Michigan, Stanford y otros lugares han descubierto que la quema es mucho menos efectiva de lo que supone la industria y emite cinco veces más metano (un fuerte gas de efecto invernadero) de lo previsto.
Las empresas y los gobiernos actúan con la creencia de que las bengalas siempre están encendidas y queman el 98 por ciento del metano. Sin embargo, estudios aéreos de tres cuencas estadounidenses (donde se produce el 80 % de la quema estadounidense) han revelado que las bengalas no se encienden hasta el 5 % del tiempo y funcionan de manera ineficiente cuando están activas. En la práctica, la eficiencia de la quema es solo del 91 por ciento. Puede que no suene como una gran caída, pero significa que hay un gran volumen de metano no contabilizado que contribuye al cambio climático.
Hay una ventaja en los hallazgos. Los problemas de la quema son «bastante abordables» con una mejor gestión, dijo la investigadora principal Genevieve Plant, y una solución ofrecería una reducción de emisiones equivalente a la eliminación de 3 millones de automóviles. En otras palabras, esta podría ser una de las formas más fáciles de controlar el metano y limitar el calentamiento global. El desafío es lograr que las empresas y los gobiernos trabajen en armonía; eso no está garantizado, incluso si la solución es relativamente sencilla.
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