Los colegas creían que el escritor Jack Unterweger se había reformado. Pero siguió matando.
Su fama resultaría pasajera, pero el famoso no pudo escapar al principio. Jack Unterweger estaba en la prisión de Stein por el asesinato de una prostituta cuando una ilustre delegación lo visitó el 30 de septiembre de 1983. Funcionarios del ministerio vienés, escritores y periodistas que habían venido especialmente para escuchar lo que el prodigio literario tenía para ofrecer. Y Unterweger empezó: leyó su volumen de poesía «Tobendes Ich» y la novela autobiográfica «El purgatorio o el viaje a la cárcel». Poesía y prosa sobre una vida fallida, que el público escuchó con emoción.