Belgrado arresta al líder de la milicia serbia; Pristina quiere un nuevo proceso de negociación. ¿Se reorganizarán las cartas?


El ataque serbio en el norte de Kosovo ha cambiado la balanza. Serbia vuelve a estar a la defensiva en el conflicto con Kosovo.

El presidente serbio, Aleksandar Vucic, quiere dejar el norte de Kosovo en manos de la OTAN.

Zorana Jevtic/Reuters

Tras el intercambio de disparos en el norte de Kosovo, Belgrado y Pristina han vuelto a la guerra de palabras. El presidente serbio, Aleksandar Vucic, hizo una aparición atípica en su aparición en CNN el lunes por la tarde (la entrevista también se transmitió en Serbia).

Vucic, que presenta sus apariciones en las emisoras serbias como dramas, a menudo fanfarroneando, suspirando y encogiéndose ante los periodistas, se mostró casi sumiso con la gran estrella de CNN, Christiane Amanpour. Dijo que respetaba las conclusiones de los servicios de inteligencia estadounidenses, pero que en el caso del supuesto despliegue del ejército serbio no eran exactas.

Actualmente sólo hay 4.400 hombres en la “línea administrativa” con Kosovo, y las tropas no están en alerta aumentada pero están monitoreando la situación. Vucic hizo un llamamiento a la fuerza KFOR liderada por la OTAN para que asuma mejor la responsabilidad exclusiva de la seguridad en el norte de Kosovo. Sólo así los serbios se sentían seguros allí. El cálculo de Vucic pretende reducir aún más el control estatal de Pristina sobre la zona.

Cuando se le preguntó qué pasó ahora con el jefe de la milicia serbia que mató a un policía kosovar y perdió a tres hombres, Vucic dijo que Milan Radoicic estaba a disposición de las autoridades. El martes por la tarde se informó desde Belgrado de que Radoicic había sido detenido.

¿Serbia vuelve a ser el “malo”?

Vucic sigue negando que Serbia haya movido los hilos del atentado en Banjska. El acto que condena es una expresión de la desesperación de los serbios acosados ​​en Pristina. Sin embargo, esos esfuerzos en solitario fueron perjudiciales para su país. Después de todo, las negociaciones con Kosovo recientemente resultaron a favor de Belgrado.

Eso es correcto. El Primer Ministro de Kosovo, Albin Kurti, pareció ser un freno para los negociadores porque se negó a introducir la asociación semiautónoma de municipios serbios (ZSO) acordada. Por esta razón, Kosovo fue objeto en verano de ligeras sanciones por parte de la UE y los EE.UU.

El ataque serbio ha cambiado la balanza de un solo golpe. Algunos expertos en política exterior y en los Balcanes de Europa y EE.UU. ya habían criticado anteriormente a Occidente, y especialmente a los estadounidenses, por ser demasiado tolerantes con Vucic. En estos círculos se sospecha que Washington trata a Belgrado con guantes de seda porque suministra municiones a Ucrania. Otros creen que Bruselas quiere impedir que Serbia caiga en brazos de Rusia.

Los críticos del “apaciguamiento” hacia Vucic han recibido ahora el apoyo de dos países vecinos de Serbia. Los jefes de Gobierno de Albania y Croacia, Edi Rama y Andrej Plenkovic, piden a la UE que adopte medidas punitivas contra Belgrado. El mero hecho de que Serbia declarara luto nacional tras el ataque demuestra la implicación de Vucic en el asunto.

Pristina responde a la nueva situación con una ofensiva de comunicación. Kurti quiere ceder lo antes posible el papel de chivo expiatorio a Vucic, algo que le ha valido su terquedad hacia la ZSO. El gobierno continúa publicando nuevas imágenes de drones que supuestamente muestran a las tropas de Radoicic realizando ejercicios en campos de tiro serbios. Y se habla de la intención de Belgrado de anexar disimuladamente el norte de Kosovo: Vucic como el pequeño Putin.

Kosovo quiere una nueva agenda de negociación

También es obvio que Kurti quiere poner fin al proceso de negociación liderado por la UE. Quiere reformatearlo. La atención debería centrarse únicamente en la cuestión del reconocimiento. Kurti quiere evitar negociaciones con Belgrado sobre el orden interno de Kosovo, concretamente sobre la posición de los serbios en el Estado.

A los kosovares también les gustaría deshacerse del negociador de la UE, Miroslav Lajcak. Lo acusan de tener una postura proserbia. Sin embargo, es poco probable que la UE prescinda del diplomático experimentado. Pero podría ser que el propio eslovaco se despida. El nuevo gobierno de Bratislava pronto necesitará un ministro de Asuntos Exteriores.



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