Ben Kingsley necesitaba una perspectiva externa para su papel en Operation Finale


Durante su entrevista con Film Inquiry, Ben Kingsley explica la distancia emocional que mantuvo con el personaje de Adolf Eichmann:

«Nunca tuve que meterme en su mente, su silueta, su forma. Fue moldeado por mi conocimiento de sus víctimas y cuánto habían sufrido bajo él… No basé mi actuación en su ideología, basé mi actuación sobre el sufrimiento que causó a algunos de mis amigos más cercanos y queridos entre los sobrevivientes.

Kingsley no intentó empatizar o comprender el punto de vista de Eichmann, y su actuación distante lo refleja. Kingsley transmite la aterradora banalidad de la maldad de Eichmann a través de su actitud meticulosa y quietud. No es una actuación mecánica, sino fría. El actor muestra cómo Eichmann era un hombre calculador que sabía exactamente cómo manipular a los demás. En una escena, le hace creer al agente Peter Malkin que lamenta la muerte de la hermana y el sobrino de Malkin. En la entrega mesurada de sus líneas, Kingsley describe cómo la maldad de Eichmann era una fuente de orgullo patriótico.

El método de actuación de Kingsley para «Operation Finale» se opone a sus papeles como figuras judías notables. En «La lista de Schindler», interpreta al decidido Itzhak Stern que ayuda a salvar a 1.200 hombres y mujeres judíos. Según la entrevista de Kingsley con NPR, durante la filmación, «tenía una foto de Ana Frank en el bolsillo de mi abrigo, y le decía a esta foto de esta hermosa niña antes de tomarla: ‘Estoy haciendo esto por ti'». Su afecto porque Anne también lo ayudó a interpretar a su padre en «Anne Frank: The Whole Story». Kingsley aborda estos importantes papeles judíos con amor y ternura, a diferencia de su siniestra interpretación de Eichmann, a quien Kingsley quería «clavar a las puertas de Auschwitz» (a través de The Times of Israel).



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