Hace un momento, China era admirada como un mercado del futuro y un ejemplo de cómo sacar a millones de personas de la pobreza. Ahora estamos hablando de un rival hostil que suprime la libertad y se encuentra en dificultades económicas. Pero la realidad es más compleja e interesante.
Si eres extranjero y quieres conducir desde Hong Kong hasta la vecina Shenzhen, tendrás que caminar hasta el control fronterizo. Al parecer, la policía de China continental ya no está tan acostumbrada a los turistas. El propósito y el carácter del viaje no se preguntan de manera amistosa. El recuadro que invitaba a calificar el trabajo de los funcionarios ha desaparecido. Inmediatamente después de la frontera, golpea con fuerza el gran cortafuegos, que se supone debe proteger a los chinos comunes y corrientes de influencias occidentales indeseables desde el punto de vista educativo, como el NZZ. Hasta ahora, la imagen de China aislándose sigue siendo correcta.