COMENTARIO – En Guatemala, la élite del poder está tratando de impedir que el presidente electo asuma el cargo, lo que tendría consecuencias fatales.


Un poder judicial corrupto actúa descaradamente en el país centroamericano. Está surgiendo una nueva fuente de conflicto que tiene efectos incluso en lugares tan lejanos como Estados Unidos.

Los mayas acompañan a Bernardo Arévalo en una marcha de protesta el 7 de diciembre contra los intentos del gobierno de impedir su toma de posesión.

Moisés Castillo / AP

En agosto, Bernardo Arévalo fue elegido nuevo presidente de Guatemala con el 61 por ciento de los votos en la segunda vuelta. Ningún otro candidato a la dirección estatal ha logrado una victoria tan contundente desde el cambio de milenio. Arévalo es popular porque está comprometido a luchar contra la corrupción rampante del país y promover reformas sociales. Sin embargo, esto lo convierte en el temido enemigo de la camarilla gobernante de políticos, funcionarios judiciales, exmilitares y criminales, que abusan de su control sobre el aparato estatal para su enriquecimiento personal.

La justicia al servicio de la élite del poder

A través de la Fiscalía General y jueces complacientes, la elite del poder gobernante ha estado tratando de mantener a Arévalo alejado de la presidencia desde que inesperadamente quedó segundo en la primera ronda de votación en junio. Intentó, sin éxito, excluirlo de la segunda vuelta. Después de las elecciones, hizo prohibir su partido con acusaciones falsas y quiso declarar las elecciones inválidas. Sin embargo, no pudo impedir que el Tribunal Supremo Electoral reconociera definitivamente el resultado a finales de octubre.

Bernardo Arévalo, presidente electo de Guatemala

Bernardo Arévalo, presidente electo de Guatemala

El viernes pasado, la Fiscalía General declaró nulas las elecciones de verano, excediéndose descaradamente en su autoridad. La lucha por el poder ha entrado en una fase nueva y acalorada. La comunidad internacional debería hacer todo lo que esté a su alcance para presionar a los círculos gobernantes en Guatemala para garantizar una transferencia de poder ordenada y democrática el 14 de enero.

Si se impidiera a Arévalo asumir el cargo, se enviaría un mensaje devastador a toda América Latina. Aparte de las dictaduras de izquierda que se han establecido desde hace mucho tiempo en Venezuela, Nicaragua y Cuba, la mayoría de los demás países de la región han visto una transferencia democrática ordenada del poder desde el final de la Guerra Fría.

La democratización resistió incluso las presiones severas más recientes causadas por la pandemia y las crisis económicas. Pero las tendencias autoritarias han aumentado, especialmente en Centroamérica. Un “golpe judicial” exitoso contra Arévalo daría ese impulso adicional.

La presión internacional debe impedir violaciones de la ley

La comunidad internacional es muy consciente del problema. Estados Unidos, la UE, la Organización de Estados Americanos (OEA) y la ONU han advertido repetidamente a Guatemala que no infrinja la ley con el objetivo de impedir la presidencia de Arévalo. El Departamento de Estado estadounidense incluyó a la fiscal general María Consuelo Porras, así como a un fiscal y un juez, que están a cargo de la acción contra el presidente electo, en una lista negra de “actores corruptos y antidemocráticos” antes de las elecciones y les impuso sanciones.

Sin embargo, la última medida del Fiscal General Porras muestra que se necesita presión internacional adicional para garantizar una transición democrática del poder. Guatemala ha firmado la Carta de la Democracia de la OEA y, por lo tanto, se ha comprometido a adherirse al Estado de derecho con otros países de la región. Por tanto, existe una base jurídica clara para nuevas sanciones.

Si se impide a Arévalo ejercer su cargo, también existe el riesgo de que se produzca un grave conflicto político interno. Desde principios de octubre, sus partidarios han estado librando protestas en todo el país contra el socavamiento del orden democrático. A Estados Unidos en particular le interesa garantizar que el conflicto no se intensifique. Guatemala es el último país antes de México que todos los migrantes tienen que cruzar hacia la frontera sur de Estados Unidos. También es un importante país de origen de la migración. Por lo tanto, es esencial que existan condiciones estables para que Washington reduzca la afluencia de inmigrantes.



Source link-58