Parte de lo que hace que Maggie y Frankie, así como Scrap (Morgan Freeman, usando su famosa voz para narrar la película), sean personajes tan convincentes es su humildad y realismo. Los tres se ven y se mueven como si estuvieran derrotados, aferrándose a un pequeño grano de optimismo en el potencial profesional de Maggie. Esencialmente, se ven y se sienten como personas reales, de una manera que se ha vuelto cada vez menos común (y, en consecuencia, refrescante) para Hollywood.
No hay glamour en Maggie, quien aparece al azar en el gimnasio de Los Ángeles de Frankie una tarde. Todo lo que sabemos de ella es que era camarera, que está un poco alejada de su familia y que dicha familia está en una situación de pobreza extrema. Por eso, su búsqueda parece desesperada, un intento entre un millón de escapar de la vida que se le ha asignado. Frankie se niega a entrenarla, pero Scrap lo convence de lo contrario.
Hilary Swank compartió mucho con su personaje, como otra joven que viene de la pobreza persiguiendo un sueño en Los Ángeles. Según Achievement.org, se distinguió como atleta y actriz desde muy joven, su madre Judy creía ferozmente en sus habilidades. Los dos se mudaron a Los Ángeles una vez que Hilary cumplió 16 años y vivieron brevemente en el auto de Judy mientras ella buscaba trabajo. Las oportunidades de actuar eventualmente surgieron a principios de los 90, pero Swank nunca olvidó su educación humilde, su principal conexión con Maggie. Como dijo en su discurso de victoria en el Oscar por «Million Dollar Baby», «Solo soy una chica de un parque de casas rodantes que tuvo un sueño».