Cómo Top Gun preparó el escenario para un golpe militar en el negocio del cine


Financiar una película que involucre vehículos, armas y otros equipos de grado militar es un esfuerzo costoso para los productores, especialmente si el realismo y la autenticidad son una meta para los cineastas. En lo que respecta a «Top Gun» en particular, esto involucró docenas de jets, cuatro portaaviones en el mar y permitió filmar toda la Estación Aérea Naval de Miramar cerca de San Diego. Según un informe de 1986 de la revista Time, los productores de la película pagaron 1,8 millones de dólares por la autorización de estos activos directamente del Pentágono, ya que encontrar sustitutos o intentar fabricar estos recursos sería tan costoso que la película no se habría realizado.

Sin embargo, el costo de los activos militares resulta ser más alto que el valor financiero. Cuando los cineastas acuerdan tomar prestados directamente los recursos del Pentágono, también existe el acuerdo de que al Pentágono se le permite la participación creativa en la forma en que se retratan en cada película respectiva, firmando directamente los guiones. Aquí es donde entran en juego el Departamento de Defensa y sus oficiales de asuntos públicos, y hay oficinas enteras dedicadas a diferentes fuerzas armadas y sus respectivas colaboraciones con Hollywood. Aunque el DOD afirma verificar principalmente la precisión y el retiro de información confidencial, no es un gran salto que haya un sesgo hacia las películas que enmarcan a los militares de manera positiva.



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