Compost, este nuevo marrón dorado en nuestros cubos de basura


Martes 5 de septiembre, a las 19.30 horas, en un pabellón de compostaje de París. Estamos invitados al lanzamiento de la novela de Gaspard Kœnig, Humus (L’Observatoire, 379 páginas, 22 euros), uno de los libros más esperados de la temporada literaria. En este cuadrado de 13mi En el barrio, editores, periodistas y otros invitados se inclinan sobre un contenedor lleno de lombrices. Problema: en esta semana abrasadora la temperatura supera los 30°C y a las lombrices no les gusta el calor. El maestro compostador del pabellón se ve obligado a extraerlos del suelo para mostrárselos a los neófitos, que se inclinan cautelosamente sobre el contenedor, con el vaso en la mano. “Prometí champán y lombrices, ¡cumplí mi palabra! »ríe el novelista.

Cuando lo encontramos, una semana después, en su oficina a las 3mi distrito de la capital, Gaspard Kœnig comenta su sorprendente novela sobre la mayoría de edad. Humus sigue la trayectoria de dos amigos, Arthur y Kevin, que se embarcan, uno en la rehabilitación de la parcela de su abuelo arruinada por los pesticidas, el otro en el vermicompostaje. “El compost abre una reflexión filosófica importante, ya que hace referencia al ciclo de la vida y la muerte. Sin embargo, si los filósofos han mirado mucho el cielo y las estrellas, muy pocos han mirado lo que hay bajo sus pies.señala el escritor.

De hecho, el compostaje está entrando en las agendas políticas, sociales y culturales. De 1ejem A partir de enero de 2024, las comunidades deberán ofrecer a sus residentes soluciones de clasificación de biorresiduos. Una vez que la infraestructura esté lista, el éxito de la operación dependerá de la buena voluntad de todos, como ocurre con la clasificación de cartón o vidrio. “Frente al abono, cada uno está solo con su conciencia”, Damien Houbron resume sobriamente. Este maestro compostador, creador de la empresa DM Compost, introduce a los parisinos en esta práctica en colaboración con la ciudad de París.

Algunas instrucciones simples

Lo encontramos en el jardín compartido Alice-Milliat, en 14mi ciudad. A su alrededor, un pequeño grupo se reúne frente a un contenedor de madera. Equipado con un chaleco verde, Damien Houbron saca de su mochila una pequeña caja de plástico que contiene abono y la pasa. “Estamos ante una añada 2022”, comenta. Algunos participantes se envalentonan hasta el punto de tocarse. “Estamos ante un material ni demasiado seco ni demasiado húmedo, con un ligero aroma a sotobosque”, el explica.

Para obtener este resultado óptimo, basta con seguir unas sencillas instrucciones: tirar a la basura sólo las sobras de frutas y verduras, especialmente no carne ni pescado. Esto último correría el riesgo de atraer lo que el maestro compostador llama modestamente “Animales algo problemáticos, aunque formen parte de la biodiversidad”. En otras palabras, ratas. Luego, mezclamos los residuos con madera triturada, que absorberá la humedad de las plantas.

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