Costa Rica restauró sus bosques y pasó a la energía renovable: ¿qué puede aprender el mundo de ello?


Doris Ríos se agacha con gracia bajo una cerca de alambre de púas, usando botas de goma negras hasta las rodillas, un vestido negro y el cuerno negro de un escarabajo colgando de un collar de cuentas. Hasta hace poco, esta barrera la habría mantenido fuera de un rancho que opera en territorio indígena Cabécar. Ahora, la cerca protege hileras de guayabas jóvenes que ella y otras mujeres indígenas plantaron en tierras que recuperaron de la empresa que una vez las ocupó ilegítimamente.

La tierra se está curando. Los ojos oscuros de Ríos son penetrantes cuando se detiene para observar el terreno, su cabello negro azabache cae suavemente en capas desde la barbilla hasta la clavícula. Ella mira hacia una ladera verde donde los árboles jóvenes apenas comienzan a asomarse por encima de la hierba alta. El sendero al otro lado del alambre de púas es tierra anaranjada; se convierte en polvo cuando está seco y se endurece hasta formar arcilla fangosa cuando está mojado.



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