El comercio de palisandro suspendido en dieciséis países africanos para detener el saqueo


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La decisión es inédita y acorde con la urgencia: la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES) confirmó, el miércoles 8 de junio, la prohibición total del comercio de madera de rosa de África Occidental en los dieciséis países que conforman su hábitat. Única opción, según el organismo internacional, para albergar Pterocarpus erinaceus -el nombre científico de esta especie apreciada para la fabricación de muebles de lujo en China y Vietnam- de una rápida desaparición. Los países importadores están obligados a rechazar cualquier envío que se les presente.

El embargo había sido anunciado con carácter provisional el 27 de marzo y los países afectados se habían beneficiado de un plazo de treinta días para acreditar que la madera que exportan procede de talas conforme a la ley y que se trata de «no dañino» a la supervivencia de la especie, desde “una evaluación con base científica”. Las respuestas que suponían dar promesas de que se acabaría con la sobreexplotación laboral en toda la región no convencieron al Cites.

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Junto a Nigeria, que ya está sujeta a una prohibición comercial desde 2019, ocho países (Benin, Burkina Faso, Côte d’Ivoire, Ghana, Guinea, Níger, Senegal y Sierra Leona) han optado por colocarse bajo un régimen de «cuota cero», lo que significa que renunciaron voluntariamente a todas las exportaciones. Pero Camerún, Gambia, Guinea-Bissau y Malí, al tiempo que reclaman la posibilidad de seguir explotando sus existencias de palo de rosa, “no han aportado las justificaciones exigidas por el acuerdo”. La República Centroafricana, Chad y Togo por su parte ignoraron el aviso formal de la policía del comercio mundial de flora y fauna silvestre.

«Redes corruptas»

Pero el saqueo de Pterocarpus erinaceus –conocido como “bois de vène” en Senegal o “kosso” en Nigeria– ha adquirido tales proporciones en menos de una década que está poniendo en peligro la supervivencia de la especie, cuyo papel es central en las economías rurales de esta parte del continente. A iniciativa de Senegal, Cites tomó una primera medida de protección en 2017 al incluir el árbol en el apéndice 2 de la convención. Esta clasificación obliga, en teoría, a los gobiernos a controlar estrictamente la salida de su territorio de especies amenazadas, mediante la emisión de un permiso para cada envío. A falta de aplicación, la medida resultó ser insuficiente.

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