El control de Donald Trump sobre el Partido Republicano puesto a prueba en las primarias


Algunos se utilizan para saldar cuentas, otros para recompensar marcas de lealtad. Durante meses, Donald Trump ha estado destilando declaraciones de apoyo a los candidatos republicanos que participan en las primarias, antes de las elecciones intermedias de noviembre. A veces incluso viaja al lugar o les ayuda a recaudar fondos. Una nueva ronda de encuestas, realizada el martes 24 de mayo, pintó una imagen contrastante de su influencia. No hay efecto mágico en sus estallidos de apoyo, que a veces preocupan sorprendentemente a las encuestas locales o posiciones técnicas, pero no más rechazo masivo a estas unciones.

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Georgia ha centrado la atención de los medios, porque el expresidente sufrió allí una humillación. Donald Trump se arriesgó a una forma de referéndum sobre su obsesión: la del fraude electoral que habría permitido la victoria de Joe Biden. Alegatos repetidos en bucle por su candidato a gobernador, el exsenador David Perdue, que experimentó una goleada ante el saliente, Brian Kemp, en cabeza con casi 50 puntos de ventaja. Este último, en su discurso de victoria, ni siquiera mencionó a Donald Trump. A la espera de enfrentarse a la candidata demócrata, Stacey Adams, Brian Kemp desbarató los planes del expresidente, que quería que pagara su validación de los resultados presidenciales en Georgia, donde Joe Biden ganó por poco margen.

La velada es aún más amarga para Donald Trump en este estado ya que su otro objetivo, el secretario de Estado saliente, Brad Raffensperger, derrotó a su candidato, Jody Hice. Él también se había negado a manipular el conteo de votos, en el momento de la elección presidencial. Finalmente, el candidato apoyado por Donald Trump para el cargo de fiscal general fue ampliamente derrotado. Por otro lado, su potro para el cargo de senador, el ex futbolista Herschel Walker, con un perfil muy polémico, ganó frente a los demás contendientes republicanos.

Nueva generación de candidatos conservadores

En los comunicados de prensa de apoyo emitidos en los últimos meses por Donald Trump, nunca se habla del Partido Republicano, excepto para castigar a los RINO (Republicanos solo de nombre) que designan a funcionarios electos que son demasiado blandos y conciliadores. Para Trump, solo importa la base MAGA (“Hacer que Estados Unidos vuelva a ser grande”), temas de inmigración y delincuencia, y por supuesto el fraude imaginario. Este compromiso multifacético detrás de casi 200 candidatos sirve como una prueba política a largo plazo, permitiéndonos analizar uno de los enigmas de esta era estadounidense: el control de Donald Trump sobre el Partido Republicano. Ha surgido una nueva generación de candidatos conservadores que defienden sin reservas las teorías de la conspiración. ¿El trumpismo todavía necesita a Trump para ganar? El mismo hecho de que exista el debate introduce una forma de incertidumbre sobre una futura candidatura de Donald Trump en 2024.

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