El martes 7 de mayo, la Autoridad de Seguridad Nuclear autorizó la puesta en servicio del reactor EPR de Flamanville (La Mancha). Al día siguiente, EDF anunció que había iniciado la primera carga de combustible nuclear; un primer paso hacia la producción de electricidad después de dieciséis años de trabajo –y con casi doce años de retraso–.
La planta inicialmente debió entrar en funcionamiento en 2012, habiéndose autorizado su creación mediante decreto del 11 de abril de 2007, y efectivamente su construcción comenzó en diciembre de ese mismo año. Pero, debido a diversas dificultades (soldaduras defectuosas, losas de hormigón que hay que reforzar, normas más estrictas tras la catástrofe nuclear de Fukushima, etc.), el lugar se pospuso varias veces.
La puesta en marcha del EPR de Flamanville debería costar 19.100 millones según los cálculos del Tribunal de Cuentas, casi seis veces más de lo previsto cuando se lanzó el proyecto. Inicialmente, esta central nuclear debía construirse en cinco años, con un coste de 3.300 millones de euros.