«El Ídolo», en Prime Video: detrás del thriller erótico, la denuncia de la vulgaridad de una época


PRIME VIDEO – BAJO DEMANDA – MINISERIE

Una jovencísima mujer, escandalosamente maquillada y semidesnuda, fija el objetivo y despliega la paleta de emociones que le pide el fotógrafo: «Me gustaría una risa», «hazte el inocente», «Dame tus ojos de ciervo», «Ahora quiero un poco de culo». Se hablará mucho sobre «culo» en el episodio que sigue, la comunicación de Warner ha bloqueado el acceso a El ídolo antes de su emisión, es el único que hemos visto en el momento de escribir estas líneas.

También habrá mucho que ver con la mirada, y es precisamente esta mirada, considerada sexista y misógina, la que le valió a la serie de Sam Levinson dar una andanada de leña verde durante su proyección en el Festival de Cannes. El ídolo llegó allí envuelto en el aura de los proyectos malditos, la producción se vio sacudida por la partida de la directora Amy Seimetz (La experiencia de la novia), mientras que la serie, en gran parte reelaborada a partir de entonces, estaba casi terminada.

El ídolo lleva el estigma de esta doble paternidad, en el sentido de que la serie parece dividida entre dos proyectos. Por un lado, un thriller erótico desde el punto de vista masculino sobre la relación enfermiza entre Jocelyn (Lily-Rose Depp), una estrella del pop en decadencia, y Tedros (Abel Tesfaye, mejor conocido por su nombre artístico, The Weeknd), un jefe de club nocturno con diseños turbios. Por otro, y este fue el proyecto de Amy Seimetz, una denuncia escandalosa pero relativamente previsora ​​de la vulgaridad de un medio y una época.

Ambivalencia palpable

Esta ambivalencia es palpable dentro de la narrativa misma. En cuestión de minutos, un coordinador de intimidad es expulsado del set donde se está fotografiando a Jocelyn. Poco después, la transmisión en línea de una selfie íntima de la cantante asusta a muchos miembros del personal a su alrededor: ¿cómo reaccionar? ¿Una mujer con semen en la cara es una perra o una heroína feminista? ¿Qué poder da la desnudez? Entre fascinación y repulsión, la pregunta puntúa hábilmente las primeras secuencias del episodio. Protagonizada por Lily-Rose Depp y algunos papeles secundarios impecablemente escritos y emitidos, son los mejores.

Tan pronto como Tedros y su cola de rata entran en escena, algo se suaviza, el «culo» se convierte en una simple «escena de culo» y la serie cambia a sub-Verhoeven. El director de Batavia, citado brevemente con un extracto de Instinto básico (1992), habría sacado sin duda algo más subversivo de él, pero, aunque sea un poco pronto para decirlo, este piloto sugiere algo más que una producción que sólo existiría por las reacciones de indignación que suscita.

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