El mundo debe prepararse para la ‘crisis del agua dulce’, dice la ONU


El riesgo de una crisis global de agua dulce es «inminente», advierte la Organización de las Naciones Unidas (ONU), en la introducción a la conferencia excepcional que le dedica, en Nueva York, del 22 al 24 de marzo. Como las señales son, de hecho, ya perceptibles, es de esperar que una lluvia de declaraciones vibrantes sobre este recurso vital descienda sobre la sede de las Naciones Unidas en los próximos días. No se tratará solo de ayuda humanitaria y desarrollo sostenible, sino también de derechos humanos y salud, ciencia, cooperación, agricultura, energía, biodiversidad, clima, paz.

La gestión de los recursos hídricos es un tema universal, complejo y políticamente sensible que la edición anterior, la primera de este tipo, data de… 1977. Porque, a diferencia del cambio climático o la biodiversidad, no da lugar a reuniones intergubernamentales periódicas. Se espera que los jefes de estado, ministros, bancos de desarrollo, representantes empresariales, activistas humanitarios, científicos y ONG acudan en masa a Nueva York, donde se esperan 6.500 participantes.

El entusiasmo que suscita este tipo de grandes eventos debe dar lugar a importantes anuncios de compromisos a favor del acceso al agua, al saneamiento y, en general, a una mejor gestión. Del mismo modo, podrían surgir coaliciones de estados, organizaciones públicas y privadas, ciudades (París estará representada), listas para involucrarse más para un mejor uso del recurso, que es cada vez menos accesible y cada vez más codiciado.

Sin embargo, la agenda de los próximos días no contempla negociaciones sobre ningún acuerdo político, ya que ese era el precio a pagar para que todos los Estados aceptaran la organización de esta conferencia, encabezada por Holanda y Tayikistán. El proyecto del momento no es fijar nuevas ambiciones, sino pactar la observación, recuperar un poco el atraso acumulado y lanzar un mensaje de alerta.

Una cuarta parte de la humanidad aún carece de agua

La Asamblea General de las Naciones Unidas ha reconocido el acceso al agua y al saneamiento como un derecho humano fundamental desde 2010. En principio, todas las personas deberían poder obtener agua de una fuente ubicada a menos de 1 kilómetro y treinta minutos de su hogar. En 2015, los Estados miembros se fijaron el objetivo de lograr la cobertura universal de las necesidades de agua y saneamiento para 2030. Sin embargo, han tenido un muy mal comienzo para lograrlo. Los esfuerzos deben acelerarse y multiplicarse por cuatro, estima la ONU, para lo cual “Los países menos desarrollados son aquellos para los que el camino es más largo”.

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