El proyecto de una comunidad política europea se enfrenta al caso de Turquía


La cuestión es delicada tanto para la Unión Europea (UE) como para Turquía. Mientras los Veintisiete discuten el lanzamiento, previsto en una cumbre informal en Praga los días 6 y 7 de octubre, de la comunidad política propuesta por Emmanuel Macron en mayo, se encuentran ante un auténtico dilema respecto a Ankara, con quien las relaciones son tensas. , en el contexto de la deriva autoritaria del presidente Recep Tayyip Erdogan.

El tema fue tratado al margen de la visita de la jefa de la diplomacia francesa, Catherine Colonna, durante los encuentros, el lunes 5 de septiembre en Ankara, con el presidente turco y su ministro de Asuntos Exteriores, Mevlüt Çavusoglu. METROyo Colonna también debía hablar de ello el martes, en Atenas, con el primer ministro griego, Kyriakos Mitsotakis, cuyas relaciones con Turquía están experimentando una renovada tensión en el mar Egeo.

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En principio, la comunidad política “primero debe permitirnos reunirnos cada seis meses entre los miembros de la Unión Europea, pero también los británicos, los noruegos, los suizos, los países de los Balcanes Occidentales, los ucranianos, etc. »recordó, el 1ejem Septiembre, Emmanuel Macron ante los embajadores reunidos en el Elíseo. «La cuestión de Turquía la plantean muchos otros miembros, se debatirá y Francia no tiene ningún veto que poner», observó el Jefe de Estado. Corresponde además a la República Checa, que preside el Consejo de la Unión Europea este semestre, lanzar las invitaciones para la cumbre de Praga.

Un “club anti-Putin”

En realidad, París, como otras capitales europeas, duda en asociar a Turquía con este «club anti-Putin», como lo llama un experto. Concebido sobre todo para acoger a Ucrania en el «familia europea»a los siete meses del inicio de la invasión rusa, la comunidad política buscará vincular a los países candidatos a la UE, sin apresurar su adhesión de pleno derecho, a condición de que compartan los valores democráticos de los Veintisiete.

Sin embargo, las relaciones con Turquía se han deteriorado a medida que el líder islámico-conservador Erdogan ha consolidado su poder desde el intento fallido de golpe de Estado en 2016. Las negociaciones de adhesión a la UE iniciadas en 2005 con Ankara son gelatinas. “Desde el golpe fallido, Erdogan anda suelto, y puede parecer incoherente invitarlo si la comunidad política debe estar formada por países democráticos que comparten los mismos valores”subraya Sébastien Maillard, director del Instituto Jacques Delors. “Se podría acordar que Turquía no esté invitada mientras las negociaciones de adhesión permanezcan congeladas”él sugiere.

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