El rock ferviente y humanista de Pearl Jam cierra el festival Lollapalooza


Todas las midinettes de esta jornada dominical se disputan los selfies bajo la réplica de la Torre Eiffel, instalada en el hipódromo de Longchamp. Es la verdadera mascota del festival Lollapalooza Paris desde hace cinco años. Y aunque esta copia de 34 metros de altura es naturalmente menos impresionante que el original, es fácilmente distinguible desde cualquier punto de las cinco hectáreas que ocupa el festival. Un monumento kitsch como los americanos tan bien lo saben erigir en los parques de atracciones.

Originalmente fundado en 1991 en Estados Unidos por el cantante Perry Farrell, del grupo de rock alternativo Jane’s Addiction, el festival Lollapalooza fue comprado por el gigante estadounidense Live Nation en 2010 y desde entonces ha sido exportado a Sao Paulo, Santiago, Buenos Aires, Berlín o incluso Estocolmo. Esta quinta edición parisina atrajo en total a 135.000 espectadores, frente a los 95.000 de 2019. Una cifra que se corresponde con las expectativas de la promotora (que también gestiona el Main Square Festival en Francia), tras el difícil contexto de dos años en blanco por el Covid . La formación apuesta, como siempre, por el eclecticismo, una mezcla a veces desconcertante de música urbana, rock y electro. Así, la primera jornada, sábado 16, tuvo lugar con el pop rock popular de Imagine Dragons, el R’n’B electro latino de Anitta, o David Guetta.

Amplio repertorio

La brecha generacional es aún mayor este domingo, dividida entre un público de rockeros cuarentones que crecieron con la ira y la desesperación del movimiento grunge a principios de los 90, y una generación Z más colorida y conectada, enfocada en la música urbana, llegó en masa para ver al rapero ASAP Rocky y a la sulfurosa Megan Thee Stallion. Frente a este cartel mayoritariamente hip-hop, el rock aún cuenta con un puñado de dignos representantes, como el quinteto Turnstile, de Baltimore (Maryland). La banda de hardcore punk se ha convertido en una de las atracciones escénicas más candentes del momento, y sin duda han ganado nuevos seguidores en Longchamp. Los Ko Ko Mo de Nantes no se quedan atrás, en uno de los pequeños escenarios: el dúo guitarra/batería es terriblemente efectivo, con su aspecto de hard rock setentero. Para ambientes más sobrios, la folclórica Phoebe Bridgers también sedujo.

La formación es famosa por nunca tocar la misma lista de canciones de un concierto a otro.

¡Diez años que Francia espera el regreso de Pearl Jam! El último paso de uno de los dos grandes grupos de Seattle (el otro es Nirvana) se remonta a 2012, en el festival Main Square de Arras. Por lo tanto, se esperaba con impaciencia esta fecha única en Francia. A las 21:35, un público ya muy denso aplaude al quinteto, que arranca con un estruendo casi punk Por qué ir, de su álbum debut Diez (1991).

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