El viaje mental colectivo en el tiempo puede influir en el futuro


A menudo se nos dice para “estar aquí ahora”. Sin embargo, la mente rara vez está atada a su lugar. Hacemos viajes mentales a nuestro pasado, revisando lo que sucedió ayer o cuando éramos niños, o nos proyectamos en un futuro imaginado: la cena de mañana, la trayectoria de nuestra carrera a los 50 años.

Más que una desviación de la norma de la presencia consciente, esta tendencia a visitar internamente otras líneas de tiempo, denominadas “viajes mentales en el tiempo”, es común; los adultos jóvenes, por ejemplo, piensan en su futuro un promedio de 59 veces al día. Los psicólogos han sugerido que esta capacidad de viajar en el tiempo desde los confines de nuestra propia cabeza es un aspecto fundamental de lo que significa ser humano.

El pasado y el futuro no son lugares que permanecen iguales independientemente de quién los visite y cuándo. La forma en que imaginamos nuestro pasado o futuro está en constante cambio, y la construcción de estos escenarios tiene un impacto en lo que hacemos y pensamos en el presente. Hasta hace poco, el estudio del viaje mental en el tiempo se centraba en gran medida en los individuos y sus historias personales. Pero esto no refleja la naturaleza social de nuestras vidas. Las identidades se componen de grupos que se anidan unos dentro de otros. Somos parte de nuestras familias y círculos de amigos, redes ocupacionales, países y naciones y grupos étnicos. El estudio del viaje mental en el tiempo está empezando a reflejar esto: cuando viajamos en el tiempo, no siempre vamos solos.

La investigación sobre el «viaje mental colectivo en el tiempo» muestra que la forma en que imaginamos el futuro o el pasado colectivo también afecta el presente. Puede influir en las actitudes hacia las decisiones políticas y las leyes, así como también cómo se sienten las personas alineadas con su país o los sistemas existentes. Puede afectar la disposición de una persona para participar en comportamientos prosociales, como votar, donar o activismo. Debido a esto, el viaje mental colectivo en el tiempo es más que un simple truco cognitivo: brinda la oportunidad de ser más intencional sobre cómo representamos el pasado y el futuro colectivo.

En la década de 1980, el psicólogo Endel Tulving propuso que los humanos tienen la capacidad de revivir su pasado y preexperimentar el futuro, teorizando que se usaron los mismos mecanismos de memoria para ambos. Esto fue respaldado por estudios de casos con amnésicos: un hombre, «KC», tenía lesiones cerebrales que afectaban su capacidad para retener recuerdos personales, como una visita que había hecho a una casa familiar en el lago. Este paciente no podía imaginarse ir allí en el futuro, a pesar de saber que su familia era dueña de la casa.

Las imágenes cerebrales más recientes han respaldado la teoría de Tulving al mostrar que se activan redes similares al recordar el pasado personal y el futuro personal, dijo Karl Szpunar, profesor asociado de psicología y director del Laboratorio de Memoria de la Universidad Metropolitana de Toronto. Con base en esta evidencia, algunos científicos piensan que imaginamos el futuro al recombinar experiencias pasadas; esto se denomina «hipótesis de simulación episódica construida».

Para el pasado y el futuro colectivo, la historia puede ser más compleja. ¿Está nuestro futuro colectivo simplemente hecho de fragmentos del pasado colectivo? Curiosamente, cuando a las personas con daño en el hipocampo, una región del cerebro involucrada en la memoria personal, se les pregunta sobre eventos futuros colectivos, como «¿Qué preocupaciones ambientales enfrentará el mundo en la próxima década?» ellos son capaz de encontrar respuestas. A pesar de que su capacidad para viajar mentalmente en el tiempo hacia su futuro personal estaba comprometida, la capacidad de imaginar eventos que afectarían el futuro de un grupo estaba intacta. Se necesita más trabajo sobre esto, pero como escribieron Spzunar y su colega, «la capacidad de participar en el pensamiento colectivo del futuro parece depender de procesos cognitivos distintos de los involucrados en el pensamiento individual o personal del futuro».



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