En Ecuador, en medio de un rebrote de violencia, amenazan con destituir al presidente Guillermo Lasso


No es seguro que el muy impopular presidente ecuatoriano termine su mandato. El martes 9 de mayo, en Quito, la Asamblea Nacional dio luz verde a un juicio de sobreseimiento de Guillermo Lasso (derecha). El jefe de Estado está acusado de malversación de fondos. De los 116 diputados presentes, 88 votaron a favor del procedimiento, al final del cual deberán votar el 23 de mayo, salvo que el señor Lasso opte por la disolución del Parlamento. La Constitución de 2008 le otorga este derecho.

En este país de 18 millones de habitantes azotado por una ola de violencia criminal sin precedentes, Lasso, de 67 años, parece sin embargo muy frágil para jugar esta carta: una encuesta reciente le da un 83% de opiniones desfavorables. La Asamblea Nacional, casi igualmente desacreditada, se hizo pasar por portavoz del descontento popular. La oposición es mayoritaria pero profundamente fragmentada. Reúne a los «correístas» de la coalición Unión por la Esperanza (izquierda), simpatizantes del expresidente (2007-2017) Rafael Correa, el viejo Partido Social Cristiano (conservador) y Pachakutik, brazo político de la poderosa Confederación de Nacionalidades Indígenas.

El señor Lasso está acusado de no haberse opuesto a la renovación de un contrato público de transporte de crudo entre la empresa pública Flota Petrolera Ecuatoriana y el grupo internacional Amazonas Tanker, aunque habría sido advertido de los perjuicios ocasionados por el Estado, valorado en unos 6 millones de dólares (5,4 millones de euros) de pérdida. Otros dos cargos presentados contra el Sr. Lasso fueron desestimados por la Corte Constitucional que, el 29 de marzo, autorizó el juicio de sobreseimiento.

A pesar de esta luz verde, los partidarios del Jefe de Estado denuncian una «golpe parlamentario», argumentando que la oposición no tomó en cuenta un informe de la comisión de control que aseguraba que no había suficientes pruebas en contra del señor Lasso. Primero en reaccionar, el ministro del Interior, Henry Cucalón, defendió en Twitter “un proceso ilegítimo y viciado de derecho que nació, continúa y terminará sin pruebas ni argumentos”. El ministro se comprometió a «Defender el derecho de los ecuatorianos a vivir en democracia». El presidente Lasso ha permanecido en silencio.

Poción ultraliberal

En una época catalogada como el país más inestable del continente, Ecuador no está en su primera destitución presidencial. Entre 1997 y 2005, tres jefes de Estado –Abdala Bucaram Ortiz, Jamil Mahuad Witt y Lucio Gutiérrez– vieron interrumpidos sus mandatos bajo la presión de las calles. Esta vez, es la Asamblea Nacional la que lidera el juego.

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