En el juicio por los atentados de Trèbes y Carcasona, la historia de dos “milagros”: “Hace seis años que tengo un tiro en la cabeza”


Dos víctimas del milagro testificaron en el tribunal del juicio por los atentados de Trèbes y Carcasona (Aude), el viernes 26 de enero. Dos historias muy diferentes. Dos supervivientes del mismo ataque. El primero, Renato Gomes, fue la primera víctima del mortal viaje del terrorista, que le disparó en la cabeza. La segunda, Julie L. (pidió permanecer en el anonimato), fue su rehén durante casi una hora. Él todavía vive hoy con la bala que se alojó en su cráneo, ella con la bala imaginaria que nunca recibió.

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Renato Gomes tiene 31 años. Hoy es cartero en Narbona. El 23 de marzo de 2018 debería haber fallecido. Su presencia al frente del tribunal especial de París es un milagro. Había pasado apenas un año desde que este portugués abandonó su país cuando se cruzó con el yihadista que odiaba a su país. Esa mañana, caminaba entre la maleza cerca del aparcamiento de las Águilas en Carcassonne, conocido como lugar de encuentro homosexual, cuando un joven, Radouane Lakdim, un delincuente radicalizado, le gritó: » Qué haces ahí ? »

Renato Gomes responde que está fumando un cigarrillo. Luego ven a un tercer hombre, Jean Mazières, un viticultor jubilado de 61 años, que camina en dirección a ellos. “Lo miro a él, al terrorista también. Y en ese momento recibo un tiro en la cabeza. Señor Mazières, esta es mi última visión antes de la bala…” Jean Mazières recibió un disparo en el cráneo poco después y murió en el acto.

“Tenemos que ingeniarnos para vivir con eso”

Renato Gomes no está muerto. La bala que le perforó la cuenca del ojo izquierdo salvó áreas vitales de su cerebro. Pierde el conocimiento y cae al suelo.

“Sucedió muy rápido… Por otro lado, no sucedió rápidamente, el tiempo que estuve solo… dijo con sus palabras simples y su acento melodioso.

Sí, duró casi dos horas y media… susurra el presidente. Durante todo este tiempo, Renato Gomes estará solo en este estacionamiento con un balazo en la cabeza.

De repente, me despierto, miro al cielo, intento levantarme…»

Se levanta, camina, cae, se levanta, vuelve a caer. Aún así logra arrastrarse unas decenas de metros hacia la carretera, con la esperanza de que alguien lo vea. Alrededor de las 10:25 llamó a su madre. Él le dice que le dispararon. La conversación es surrealista: “Ella no me creyó. Algo de una película. Me faltaban palabras por la bala. No podía decir dónde estaba. Le describí los árboles, las flores que me rodeaban…” Luego llama al hospital y a los bomberos, pero no puede decir dónde se encuentra.

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