En Irán, un año después de la muerte de Mahsa Amini, una resistencia popular de bajo perfil en un intento de llevar una “vida sin compromisos”


Desesperación, espera, frustración, orgullo, ardor… En este primer aniversario del levantamiento popular iraní, nacido tras la muerte bajo custodia policial de Mahsa (Jina) Amini por un velo “muy usado”, el 16 de septiembre de 2022. , los habitantes de la República Islámica se ven asaltados por sentimientos contradictorios. Para muchos, hay una vida antes de Mahsa y una vida después. Pero las autoridades se toman muy en serio el aniversario. Desde hace semanas, el gobierno se organiza para impedir cualquier nueva ola de protestas.

Están aumentando las detenciones de activistas políticos, ex presos y familias víctimas de la represión. El miércoles 13 de septiembre, según el grupo de derechos humanos Hengaw, Hamed Bagheri, un joven kurdo, fue asesinado a tiros en la localidad de Karadj, a 30 kilómetros de Teherán, mientras gritaba consignas contra el régimen e invitaba a los residentes a manifestarse. En Saqqez, ciudad natal de Mahsa Amini, y en otras regiones kurdas del país, escenario de una represión muy brutal, las calles están ahora surcadas de cámaras de vigilancia y se han desplegado refuerzos militares.

En Teherán, los residentes se quejan de la proliferación de puestos de control en la ciudad. La red de Internet funciona incluso peor de lo habitual. En la provincia de Sistán y Baluchistán (sureste), donde las manifestaciones contra el régimen continúan todos los viernes después de las oraciones del mediodía, “el ambiente es totalmente policial”explica un vecino de Zahedán, capital de esta provincia, “convertirse en una gran prisión”. “En los accesos a la ciudad hay puestos de control donde se controla cada entrada y salida”él continúa.

Lee la historia: Artículo reservado para nuestros suscriptores. En Sistán y Baluchistán, los últimos rescoldos de la protesta en Irán

La represión del movimiento dejó alrededor de quinientos muertos, lo que provocó el cese de Grandes manifestaciones callejeras. Los manifestantes no lograron ningún cambio político. Y, sin embargo, el enfrentamiento entre el gobierno y las mujeres iraníes que se oponen al velo está lejos de terminar. A pesar del riesgo de arresto, acoso y despido, una forma de resistencia continúa, día a día, tenaz y silenciosa.

En el café, sin bufanda.

Por primera vez desde la creación de la República Islámica en 1979, la cuestión del velo y la discriminación contra la mujer se ha convertido en el símbolo de todas las injusticias infligidas a la población, explica, desde Teherán, un sociólogo que prefiere permanecer en el anonimato por miedo a represalias. Las demandas de todos los grupos, sindicatos, minorías religiosas y étnicas, personas de todas las clases sociales y económicas, en todo el país, encuentran eco en este movimiento. »

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