En su discurso del Estado de la Unión, Joe Biden se hace pasar por un benefactor de los olvidados de Estados Unidos


El vigor de América, el ardor de su presidente octogenario. Desprendiendo confianza y optimismo, así como una energía de la que suele carecer oralmente, Joe Biden pronunció, el martes 7 de febrero, uno de los ejercicios insignia de la política estadounidense: el discurso sobre el estado de la Unión ante el Congreso. El presidente pronunció un largo discurso sobre la recuperación industrial en curso de Estados Unidos, a veces con acentos proteccionistas, a menudo empáticos, pero también desafiantemente tomando prestado de los republicanos.

Joe Biden estaba tomando una prueba de vitalidad. Más bien, lo logró al revisar sus fórmulas clásicas y referencias íntimas, pulidas durante cuatro décadas de vida pública. Con un leitmotiv, repetido una docena de veces: «Terminemos el trabajo. » Una forma de tender un puente entre estos dos intensos años en la Casa Blanca y el futuro, que podría pasar por una nueva candidatura presidencial.

No es un anuncio estruendoso, ni una reflexión sobre el estado del mundo, sino una larga, a veces tediosa, enumeración de medidas ya tomadas o esperadas, a nivel interno. La prioridad para Joe Biden era centrarse en la vida cotidiana de sus conciudadanos. Se hizo pasar por un defensor de los estadounidenses vulnerables -los ancianos, los enfermos, los trabajadores no calificados- y castigó a quienes los aplastan, en alusiones clásicas pero poco seguidas de efectos en el Congreso. Big Oil, Big Pharma y Big Tech: los gigantes energéticos, farmacéuticos y web han sido culpados por su abuso de posición dominante, sus ganancias excesivas que evaden impuestos o su falta de respeto por la privacidad. Joe Biden ha entrado en ocasiones en detalles al referirse a cargos ilegítimos como las tarifas que imponen las aerolíneas para que una familia se siente junta o las que se pagan en caso de cambio de operador de Internet.

Llamada a la América Profunda

Pero la mayoría de sus comentarios se referían al rearme económico del país. Muchas luces son verdes. La inflación sigue siendo alta, pero parece estar bajo control (6,5% en un año, finales de diciembre). Sobre todo, la Casa Blanca asegura doce millones de puestos de trabajo creados en dos años, una cifra espectacular. La tasa de desempleo cayó al 3,4%, la más baja desde 1969. Es difícil medir la parte del repunte natural después del pico de la pandemia y el efecto directo de las políticas federales. Los planes de inversión adoptados en el Congreso, en particular el de infraestructura, apenas han comenzado a implementarse, pero Joe Biden está tratando de educarlos aumentando sus viajes.

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