Guerra en Ucrania: «Vladimir Putin destruirá la economía rusa»


Profesor de Sciences Po, ex economista jefe del Banco Europeo para la Reconstrucción y el Desarrollo (BERD), Sergei Guriev fue uno de los asesores económicos del gobierno ruso a principios de la década de 2010, antes de exiliarse en Francia, preocupado por su seguridad, después de criticando los arrestos de opositores a la reelección del presidente ruso en 2012. Explica por qué este último subestimó las sanciones occidentales. Y cómo, privado del dinero de los hidrocarburos, lucharía por continuar la guerra y financiar la represión en su país.

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El alcance de la reacción de los occidentales, en particular con la congelación de los activos del Banco Central de Rusia, sorprendió a Vladimir Putin. Por qué ?

Al observar la polarización política en Estados Unidos, la retirada de las tropas estadounidenses de Afganistán [achevé fin août 2021] y la falta de unidad en Europa, estaba convencido de que Occidente era débil y estaba dividido. Pensó que la invasión de Ucrania se completaría en unos días, como la de Crimea [en 2014], y que las sanciones occidentales llegarían tarde, en todo caso. También subestimó la resistencia ucraniana y sobreestimó la fuerza del ejército ruso.

Esto no es un error, sino una característica del sistema que ha construido Vladimir Putin. Suprimió todas las voces disidentes a su alrededor, como en la sociedad. Está rodeado de personas que tienen miedo de hacerle frente. Solo recibe mensajes sesgados de ellos, alabando las políticas que persigue y subestimando a sus oponentes. Está mal informado. Esto explica por qué toma estos riesgos aparentemente irracionales.

Ante las sanciones, ¿puede la economía rusa sostenerse por mucho tiempo?

Sí, aunque se debilitará considerablemente. En particular, puede aspirar a sustituir ciertas tecnologías occidentales por las diseñadas en China. A este respecto, dos cuestiones serán decisivas. El primero es el de los hidrocarburos. Si se impusiera un embargo y Rusia dejara de recibir dinero del gas y el petróleo, se enfrentaría a un gran problema fiscal. A Putin entonces le resultaría difícil pagar a sus soldados, a la policía que golpeó a los manifestantes y a los propagandistas, a quienes necesita más que nunca.

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El segundo es el de China. ¿Aceptará apoyar a Moscú sin reservas o temerá ser sancionado a su vez por Occidente, sabiendo que su prosperidad depende de Europa, uno de sus principales socios comerciales? Es posible que China no sea tan fiel como espera Putin.

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