“Hay muy buenos argumentos para un impuesto sobre el capital excepcional”


Il debate sobre la financiación de la acción climática ya está en marcha. Solo se relaciona secundariamente con los montos en juego. Lo que está en cuestión son, en primer lugar, los motores de la transformación que se avecina, la naturaleza del apoyo público y las condiciones para financiar el gasto público que se dedicará a la transición climática.

Ya nadie duda de que la ecologización de la economía tendrá el carácter de una revolución industrial. Pero, a diferencia de las del pasado, esta revolución estará guiada por políticas públicas. De hecho, no importa si estos provienen de la fijación de precios del carbono, subsidios o regulación.

En un principio, en todo caso, el hecho desencadenante de las inversiones será una intervención pública. Eventualmente, la economía verde quizás resulte más efectiva que la economía marrón y termine, en ciertas áreas, imponiéndose en ausencia de cualquier política pública. Esto es incluso a lo que debemos apuntar: la descarbonización solo será irreversible cuando ya no dependa del apoyo público.

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Pero aún no hemos llegado allí: incluso si la electricidad renovable se está volviendo menos costosa que la electricidad fósil, esto todavía no es cierto si razonamos en costo total, teniendo en cuenta la necesidad, para compensar la intermitencia, de duplicar la capacidad renovable con la capacidad fósil. Mientras no se elimine esta desventaja, la acción pública seguirá siendo indispensable.

Problemas de compatibilidad

Esta acción puede, por supuesto, tomar varias formas. Como confirmó una conferencia en el Instituto Peterson en Washington los días 5 y 6 de junio, los enfoques difieren considerablemente entre Europa, que se basa en la regulación y el precio del carbono, y Estados Unidos, que juega principalmente con los subsidios. Esto también plantea problemas formidables de compatibilidad entre estas estrategias.

El caso europeo también se distingue por el ritmo de la transformación emprendida: para alcanzar la neutralidad en carbono en 2050, Francia y el resto de países de la UE se han fijado como objetivos eliminar la calefacción a base de combustibles, acelerar la salida de gases, renovar los tamices térmicos, acelerar la transición a las energías renovables, impulsar la electrificación de la flota de automóviles y descarbonizar la industria manufacturera. Una acción tan vigorosa es inconcebible sin un apoyo presupuestario significativo.

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El ministro de Economía francés, Bruno Le Maire, prevé orientar los ahorros hacia la financiación de la transición. Esta es una excelente idea: siempre que una iniciativa financiera pueda reemplazar el esfuerzo presupuestario, debe usarse. Pero la tasa Livret A ahora es del 3%, frente al 2,7% de las nuevas hipotecas, según las últimas cifras de la Banque de France. Es un recurso costoso. Salvo que existan bonificaciones muy cuantiosas (y por tanto de alto costo presupuestario), la reorientación del ahorro no será suficiente para desencadenar las inversiones requeridas.

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