Jair Bolsonaro, un presidente recluido en su búnker y sus certezas


El Palacio Alvorada («amanecer» o «amanecer» en portugués) es la residencia oficial de los jefes de estado brasileños. Fue el primer edificio inaugurado en Brasilia, la nueva capital del país entonces en construcción, el 30 de junio de 1958, por el presidente Juscelino Kubitschek.

Obra del arquitecto modernista Oscar Niemeyer, es un edificio monumental de más de 7.000 metros cuadrados, paralelepípedo de mármol y vidrio, de 110 metros de largo y 30 de ancho, decorado con columnatas, en tres niveles. En la planta baja se encuentran los lujosos y amplios salones oficiales del palacio; en el primer piso, los apartamentos privados del presidente y su familia; la planta sótano alberga una zona de ocio, compuesta por una sala de cine y juegos, así como un garaje.

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Sin embargo, pocos presidentes brasileños han disfrutado de su estancia en la Alvorada. Ubicado en una península con vista al lago Paranoá, rodeado por un jardín, extensos prados y áreas protegidas, el «Palacio de Aurora» está increíblemente aislado y casi aislado del resto del mundo. Por la noche, el silencio es total. Los presidentes duermen mal allí, muchos tienen pesadillas. Algunos dicen que han visto fantasmas allí.

Un arma en su mesita de noche

(…) Todos en Brasilia conocen al insomne ​​»Mito». Los empleados del Palais de l’Aurore se han acostumbrado a verlo, deambulando por los pasillos, en chancletas, pantalones cortos y camisetas de fútbol. Hace tanto tiempo que no duerme. O tan mal. Por eso, a veces envía mensajes a sus ministros a las 3 o 4 de la mañana. Al comienzo de su mandato, los médicos de palacio lo sometieron a una batería de exámenes. Resultado: 89 trastornos breves del sueño por hora. “¡Tengo el récord brasileño de apnea del sueño! », se rió el jefe de Estado. Los propios médicos estaban preocupados: “Señor presidente, ¿cómo mantiene la cordura? »

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Arriba, en su salón blanco de casi 10 metros de largo, todo rezuma calma. es sofocante. (…) No es ningún secreto: el «Mito» duerme con una pistola, colocada en su mesita de noche. El revólver, prenda de su tranquilidad, de la poca serenidad que le queda. Su única y última línea de defensa, contra sus peores pesadillas. Soledad, olvido, silencio.

(…) Cuando, en medio de la noche, no sabe a dónde ir para huir de sus demonios, el presidente toma el camino hacia el camerino. La pequeña habitación de 30 metros cuadrados, en forma de U, se une en el primer piso a su amplio dormitorio. En ocasiones, también le sirve como su lugar de trabajo. Al inicio de su mandato, instaló una computadora, un escritorio, una silla y un puf. Es en este sorprendente lugar, entre calzoncillos y calcetines, que al «Mito» le gusta aislarse para gobernar su vasto país. En ocasiones, recibía allí a sus más íntimos amigos. Encerrado en esta habitación sin salida y sin peligro, puede pasar horas. Incluso toda la noche.

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