“La guerra de Putin contra Ucrania ha entrado en una nueva fase aún más peligrosa”


«Putin no iniciará la guerra contra Ucrania: los riesgos son demasiado altos y hay más que perder que ganar», escuchamos en Europa antes del conflicto. Sin embargo, lo hizo. “Putin no lanzará la movilización, la idea no es popular en la sociedad rusa y provocará un fuerte descontento social. » Sin embargo, lo hizo. «Putin no presionará el botón para iniciar una guerra nuclear, porque no tendrá un efecto significativo contra el ejército ucraniano, permitirá que los aliados de Ucrania le suministren armas de largo alcance y lo alienará. Apoya a países como China e India».

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El futuro no está escrito de antemano y lo peor nunca es seguro. Sin embargo, desde el comienzo de la guerra, es evidente que el presidente ruso no se guía por un cálculo racional y frío de costes y beneficios, sino por un odio visceral hacia Ucrania, que se ha convertido en su obsesión, y hacia Occidente, que se hace más fuerte con el tiempo. Ni el fracaso de la ofensiva en Kyiv y las dificultades para controlar todo el Donbass tras siete meses de guerra, ni la muerte de soldados rusos (las autoridades rusas reconocen unos 6.000, mientras que las ucranianas los cifran en 55.000), ni las sanciones que pesan mucho sobre la economía rusa parecen socavar el deseo de Putin de ganar esta guerra a toda costa forzando la rendición de Ucrania e indirectamente infligiendo una derrota a Occidente.

Al menos tres razones lo empujan a la carrera precipitada. En primer lugar, la convicción de que lo que realmente está en juego en este enfrentamiento contra Occidente, del que Ucrania sería sólo un peón, reside en su propia supervivencia, que vincula íntimamente al destino de Rusia. Los veintidós años de un reinado indiscutido convencieron a Putin de su misión en la historia rusa: restaurar la grandeza del país, fortalecer sus posiciones en el mundo frente a la dominación estadounidense hostil e incluso derrocar esta dominación.

lucha civilizatoria

Los expertos del Kremlin han descrito durante mucho tiempo la confrontación entre Rusia y Occidente en términos de una lucha de civilizaciones. En varios de sus discursos, Putin evoca al Occidente colectivo que busca completar la tarea iniciada con la caída de la URSS, a saber, debilitar a Rusia de forma duradera, incluso desmembrarla. En la visión de Putin, el daño actual se justifica a escala histórica, como las sangrientas conquistas imperiales de los zares rusos. En su cosmovisión, esta guerra era inevitable, y Putin prefería golpear primero, como le enseñó su infancia en las calles de Leningrado.

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