La junta birmana prorroga el estado de emergencia por seis meses


Los generales en el poder en Birmania decretaron, el miércoles 31 de enero, la prórroga del estado de emergencia por seis meses más, posponiendo de facto una vez más las elecciones prometidas desde el golpe de Estado del 1ejem Febrero 2021. Esta decisión es necesaria “porque la situación no ha vuelto a la normalidad y permitir que continúe la lucha contra los terroristas”justificó la junta en un comunicado de prensa.

El Consejo de Defensa y Seguridad Nacional discutió “Preparativos para organizar elecciones con varios partidos” y la celebración de una operación de censo nacional, imprescindible para la votación, prosiguió la junta, sin dar más detalles.

Este anuncio, aunque el estado de emergencia debía expirar el 31 de enero a medianoche, se produce en un período difícil para el ejército, disputado a nivel militar en una medida no vista desde el golpe de Estado. se trata de una “Prórroga totalmente esperada para un régimen que se desmorona”analizó el experto independiente David Mathieson.

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Una represión que el ejército justifica por el fraude electoral en 2020

Los generales declararon el estado de emergencia después de desalojar del poder a la líder electa Aung San Suu Kyi, abriendo un período de represión contra los partidarios del retorno a la democracia. El ejército justificó su acción alegando fraude durante las elecciones legislativas de 2020, ganadas sin dudas por el partido del Premio Nobel de la Paz. Acusaciones que son infundadas, según grupos de derechos humanos.

Desde entonces, el estado de emergencia se ha renovado varias veces, en un contexto de conflicto civil generalizado en varias regiones, entre el ejército y sus opositores políticos y étnicos. La Constitución birmana de 2008, redactada por el ejército y que la junta dice respetar, exige que las autoridades organicen una votación en los seis meses siguientes al levantamiento del estado de emergencia.

Una ofensiva coordinada de tres grupos étnicos a finales de octubre provocó una serie de reveses sin precedentes a la junta en el estado de Shan (norte), una región cercana a la frontera con China. La alianza compuesta por el Ejército de Arakan, el Ejército de la Alianza Democrática Nacional de Myanmar y el Ejército de Liberación Nacional de Ta’ang tomó en particular el control de dos rutas estratégicas para el comercio con China, el principal socio económico de Birmania.

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Más de 4.000 muertos por la represión

Miles de tropas se rindieron y algunas huyeron a India y China, lo que provocó críticas inusuales por parte de partidarios militares. Las conversaciones auspiciadas por Pekín han permitido establecer un alto el fuego en esta zona, en beneficio de la coalición de insurgentes que han conservado sus capturas, pero los combates hacen estragos en otras regiones de este país del Sudeste Asiático.

Las derrotas infligidas a quienes están en el poder han galvanizado a los grupos armados prodemocracia que continúan sus ataques, a pesar de los medios sumarios que enfrentan ante un ejército apoyado por China y Rusia. Más de 4.400 personas han muerto en la represión posterior al golpe y otras 25.000 han sido arrestadas, según un grupo de seguimiento local.

La junta ha acusado a sus enemigos, a quienes describe como “terroristas”, de haber matado a más de 6.000 civiles. Los enfrentamientos han desplazado a más de dos millones de personas en todo el país desde el golpe, según las Naciones Unidas.

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El mundo con AFP



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