Las noches locas de La Folle Journée de Nantes


“El público está de vuelta, pero por otra parte. » René Martin, director artístico de La Folle Journée de Nantes, cuyo 29mi soportes de edición de 1ejem al 5 de febrero, notas: ya no hay duda de que los espectadores ocupen sus lugares, como antes del Covid-19, con meses de antelación. Las reservas ahora se realizan en los últimos días, sin afectar las cifras de asistencia. Testigos son las 230.000 entradas vendidas hasta la fecha (sobre 240.000) para unos 270 conciertos, tras un Mad Day en la región que atrajo a más de 60.000 personas en tres días.

Para dar la bienvenida a este «renacimiento» después de dos años negros, elHomo musicus de Nantes ha elegido celebrar una «Oda a la noche», “sólo para ir más allá y aprovechar la crisis para ir en una nueva dirección”. Así se codean la música clásica (europea e india) y las tradiciones populares (gitana, flamenca, fado), sin olvidar el jazz – René Martin evoca el espíritu de lo mítico medianoche redonda, de Thelonious Monk, pero también lecciones de Oscuridad que una vez acompañó el período de Cuaresma.

La manifestación comenzó a las 2 de la tarde en plena calle. O más bien en la línea 1 del tranvía. Sobre un piano vertical debidamente guardado, las cuatro manos de Guillaume Coppola y Hervé Billaut desplegaban su recorrido hispano por las estaciones: extracto de La Vida Breve, de Falla, la “Habanera” de nuevos bailes españoles, de Moritz Moszkowski, mientras que sus jóvenes colegas saxofonistas del Ellipsos Quartet se hicieron cargo de la línea 3.

Alegría y exuberancia

Ambiente mucho más recogido, dos horas después, en la sala Alfred-de-Musset de la Cité des Congrès, que acoge la «Historia antes del anochecer» de la violista Salomé Gasselin y el organista Emmanuel Arakélian. Una antología de piezas francesas de principios del siglo XVIImi siglo, algunos de los cuales, inicialmente para órgano y «arreglados» para viola, aparecen en el bellísimo disco que acaba de editar Mirare. La joven tardará un tiempo en superar cierto nerviosismo e imponer la sensual retórica de su viola Simon Bongars de 1653.

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La multitud se reunió alrededor del quiosco Pleyel. En el cartel de los actos gratuitos en la sala de la Cité des Congrès, el Motion Trio, un trío de acordeonistas polacos con frac. Ellos harán un trabajo corto de eso musica de la noche, de Mozart, antes de bailar el vals Danza macabra, de Saint-Saens. Alegría y exuberancia también, sala Antoine-de-Saint-Exupéry, con el conjunto gitano Janoska, una familia eslovaca de músicos desde hace siete generaciones, los tres hermanos, Frantisek, Ondrej y Roman (pianista y violinista respectivamente) dando la bienvenida a su cuñado law, el bajista Julius Darvas. Después de sazonar la apertura de la matrimonio de fígaro, de Mozart, con salsa Janoska –pasajes jazzísticos y canto nupcial en yiddish–, los cuatro hombres de zapatos negros de lentejuelas desvelarán un Claro de luna, de Debussy, embriagado de virtuosismo y czarda (danzas húngaras), antes de convocar la Ayer, de John Lennon, versión ultrasentimental.

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